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El INAPAM confirma que la vejez no caduca pero la paciencia sí

La eterna odisea burocrática para demostrar que uno sigue siendo viejo (y merece un descuento).

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En un giro inesperado que nadie vio venir (excepto quienes llevan décadas en este circo), el INAPAM ha declarado que la vejez no requiere renovación, aunque los trámites para demostrarla sí podrían envejecer a cualquiera. La noticia ha causado alivio entre los adultos mayores, quienes ya estaban preparando sus documentos para probar, una vez más, que siguen estando vivos y, por lo tanto, merecedores de un descuento en el transporte público.

Las autoridades, en un arranque de lucidez poco común, confirmaron que no es necesario presentarse cada año con una selfie actualizada para demostrar que las arrugas no han desaparecido milagrosamente. “Todas las credenciales, sin importar si lucen como reliquias arqueológicas o como NFTs burocráticos, siguen siendo válidas”, declaró el instituto, en un comunicado que seguramente fue redactado por alguien menor de 60 años.

Entre los beneficios de este mágico pase dorado se incluyen: descuentos para viajar apretados en autobuses, precios reducidos en medicamentos (que luego compensarás con creces en estudios médicos), y la sublime oportunidad de demostrar tu identidad con una foto tamaño infantil, porque nada grita “soy una persona responsable” como una imagen que parece sacada del álbum familiar de 1975.

Para quienes aún no tienen su credencial (y han logrado sobrevivir sin esos descuentos), el proceso es tan gratuito como irónico: presentar documentos que prueben que existes, que vives donde dices vivir, y que, efectivamente, has acumulado suficientes años como para merecer un trato preferencial. Eso sí, la foto debe ser reciente, porque aunque la vejez no caduque, la paciencia de los funcionarios sí tiene fecha de vencimiento.

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