La compleja realidad del voto digital: una perspectiva desde dentro
Tras años de analizar sistemas electorales, he aprendido que la tecnología más avanzada no siempre es la solución más idónea. La reciente decisión del INE sobre el voto por internet me trae a la memoria aquellos primeros proyectos de digitalización que parecían infalibles en el papel, pero que en la práctica revelaban vulnerabilidades impensadas.
La Comisión de Organización Electoral del Instituto Nacional Electoral (INE) ha determinado que implementar el sufragio electrónico de forma masiva en México resulta inviable con el marco jurídico actual. Esta conclusión no surge del temor al progreso, sino de la experiencia acumulada en procesos comiciales donde cada innovación debe pasar por el tamiz de la seguridad, la transparencia y la confiabilidad.
Recuerdo una ocasión, durante una elección estatal, donde un sistema aparentemente robusto mostró fisuras que solo pudieron detectarse gracias a protocolos de auditoría exhaustivos. Por eso entiendo perfectamente cuando el documento señala la necesidad de una bitácora electoral inmutable que garantice la integridad del proceso.
La prudencia como virtud electoral
La propuesta de realizar una prueba piloto en Coahuila para el 2026 dirigida a personas con discapacidad y sus cuidadores me parece un enfoque sensato. En mi trayectoria, he visto cómo las implementaciones graduales permiten detectar fallos en contextos controlados, evitando consecuencias irreversibles en comicios de gran escala.
El debate entre los consejeros refleja esa sabiduría práctica que se gana con los años. La observación de la consejera Dania Ravel sobre la necesidad de mecanismos robustos de autenticación biométrica resuena con lecciones que hemos aprendido: no basta con tener credenciales digitales, debemos asegurarnos de que quien vota es realmente quien dice ser.
La metáfora del Ferrari utilizada por el representante del PRI, Luis Cuenca, captura perfectamente una verdad que he constatado repetidamente: la tecnología más sofisticada puede resultar contraproducente si no se adapta al terreno donde debe operar.
El equilibrio entre innovación y seguridad
El análisis jurídico presentado evidencia una realidad que conozco bien: cualquier modificación al sistema electoral requiere una adecuación normativa minuciosa. No se trata simplemente de implementar una solución técnica, sino de construir el andamiaje legal que la sustente.
Los costos asociados al Sistema de Voto por Internet (SIVEI), mencionados en el documento, confirman otra lección que me ha dejado la experiencia: la tecnología electoral representa una inversión continua, no un gasto único. Los recursos destinados a desarrollo, implementación y auditorías deben justificarse plenamente en términos de seguridad y confiabilidad.
Esta aproximación cautelosa al voto telemático demuestra la madurez de nuestro sistema electoral. Prefiero avanzar con paso firme que correr riesgos innecesarios que puedan comprometer la confianza ciudadana en nuestros procesos democráticos.














