El influyente y su último gran contenido
En un giro tragicómico que Jonathan Swift hubiera admirado, el Gran Teatro de lo Absurdo que llamamos sociedad contemporánea nos regaló su más reciente producción: El Influencer y su Último Gran Contenido. La trama, aunque predecible, resultó de un patetismo conmovedor.
El protagonista, un caballero estadounidense de cuarenta y un primaveras dedicado a la noble arte de capturar peces para deleite de sus seguidores digitales, protagonizó su performance definitiva en las costas de Baja California Sur. Su embarcación, ese carruaje de la modernidad, decidió abdicar de su función motriz en el momento más dramáticamente inconveniente, otorgándole al intrépido creador la oportunidad de convertirse en el protagonista de su propia tragedia griega.
¡Y vaya si lo consiguió! La maquinaria estatal, ese leviatán que normalmente se toma su dulce tiempo para acciones mundanas como impartir justicia o mantener carreteras, se movilizó con celeridad digna de mejor causa. La Armada mexicana y la Guardia Costera estadounidense, en una colaboración que haría llorar de emoción a los diplomáticos más curtidos, desplegaron su poderío naval y aéreo en busca de un solo hombre. Mientras, en el mundo paralelo de las redes sociales, sus devotos seguidores oraban al algoritmo para que devolviera a su ídolo pescador.
El desenlace, como en las mejores obras clásicas, fue a la vez previsible y profundamente irónico. El cuerpo del creador fue hallado en una playa con el poético nombre de Bahía Tortugas, habiendo intercambiado definitivamente el oxígeno por agua salada. La necropsia, ese examen final que no admite apelaciones, dictaminó que su última inmersión fue, literalmente, definitiva.
Queda la moraleja para esta fábula moderna: en nuestra era de búsqueda desesperada de relevancia digital, incluso la muerte se convierte en contenido. Y el estado, ese director de teatro siempre dispuesto al espectáculo, no duda en movilizar sus recursos más preciados para garantizar que el show, al menos por unos días, continúe.















