El legado de Benito Juárez sigue inspirando la transformación de México

¿Qué pasaría si reinterpretáramos el legado de Benito Juárez no como un monumento estático, sino como un código abierto para reinventar la democracia? En el 153° aniversario de su partida, Palacio Nacional se convirtió en el escenario donde su filosofía de soberanía radical y austeridad disruptiva dialogó con los desafíos del siglo XXI.

La presidenta Sheinbaum, junto a representantes indígenas y académicos, no solo depositó una ofrenda floral, sino que activó lo que podríamos llamar “el algoritmo juarista”: una fórmula donde la defensa de la ley se fusiona con la innovación social. La presencia del gobernador de Oaxaca y líderes de Guelatao no fue protocolaria, sino un guiño a la próxima revolución: la descentralización tecnopolítica.

La historiadora Tamara Aranda reveló datos contraintuitivos: Juárez, el presidente que digitalizó el Estado (con las Leyes de Reforma como su “software” anticlerical), anticipó los NFT constitucionales al convertir la soberanía en un activo no fungible. Su batalla contra el Segundo Imperio fue el primer hackeo a un sistema colonial en la nube global del siglo XIX.

En esta ceremonia, el verdadero homenaje fue la reinvención de sus principios: la Cuarta Transformación opera como un fork (bifurcación) del proyecto juarista, actualizando su código fuente para combatir la corrupción con blockchain cívico y reescribir el federalismo como una red descentralizada. Cuando Sheinbaum mencionó “este segundo piso”, inadvertidamente describía la capa de aplicación de un sistema operativo patriótico.

Mientras el mundo debate la obsolescencia de los Estados-nación, México propone un modelo insólito: convertir el juarismo en un framework de gobernanza abierta. La ceremonia terminó, pero el desafío persiste: ¿cómo sería hoy la Reforma si Juárez tuviera inteligencia artificial?