El manual de la patria cautelosa para mexicanos en territorio hostil

Un Decálogo para Sobrevivir a la Fiesta Nacional en Tierras del Norte Salvaje

En un alarde de diplomacia preventiva que hubiera enorgullecido al mismísimo Maquiavelo, el augusto gobierno de la República del Sentido Común ha emitido su más reciente proclama: un manual de instrucciones para que los súbditos mexicanos residentes en el Imperio de las Barras y las Estrellas puedan celebrar su independencia sin terminar en una celda de deportación.

La Suma Sacerdotisa de la Precaución, Claudia Sheinbaum Pardo, en su infinita sabiduría, aclaró que no se trata de cancelar el festejo, sino de convertirlo en un acto de contrición silenciosa. “Más que no celebren, que tengan precaución”, dictaminó desde su trono, en lo que sin duda será recordado como el ‘Grito de la Moderación’.

Los templos consulares, esos faros de esperanza en medio de la barbarie, seguirán albergando el sagrado ritual del Grito, aunque ahora con las puertas semi cerradas y un ojo puesto en las cámaras de seguridad. La nueva liturgia sugiere que los feligreses se acerquen al consulado para que, en un acto de decisión colectiva (y bajo supervisión oficial), se determine si es prudente gritar “¡Viva México!” o mejor un discreto “¡Viva la discreción!”.

Mientras tanto, el cónsul en Los Ángeles, emulando a un animador de fiesta infantil sobria, instó a la comunidad a “brindar con responsabilidad” en estos eventos libres de violencia y, presumiblemente, de espontaneidad. La nueva consigna es clara: el orgullo patrio debe expresarse de manera respetuosa, pacífica y, sobre todo, dentro de los límites permitidos por las autoridades locales.

El consulado de Dallas, por su parte, añadió perlas a esta corona de precauciones: evitar el exceso de alcohol (pero celebrar), respetar las leyes (aunque no te respeten) y, joya de la corona, tener un plan en caso de emergencia. Porque nada dice “¡Viva la independencia!” como tener memorizado el número de asistencia legal mientras se mira por encima del hombro.

Y así, entre recomendaciones de no usar documentos falsos y la omnipresente sombra de las redadas, la celebración de la independencia se transforma en el más surrealista de los ejercicios: conmemorar la libertad nacional mientras se practica la autocensura festiva en el corazón de la tierra de los libres. ¡Que viva México, pero que viva calladito!

Por cualquier eventualidad, el Centro de Información y Asistencia a Personas Mexicanas (CIAM) queda a disposición. Porque en la nueva diplomacia de la patria cautelosa, la verdadera independencia es tener un abogado a la mano.

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