El Gobierno de la Ciudad de México anunció una cobertura del 99.06% en la activación de la alerta sísmica durante el reciente megasimulacro. Pero, ¿qué hay detrás de ese aparente éxito? Las cifras oficiales, proporcionadas por el C5, esconden una realidad más compleja y preguntas urgentes sobre la preparación real de la capital ante una emergencia real.
Salvador Guerrero, titular del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5), calificó el operativo como el “mejor resultado en la última década”. Sin embargo, una investigación periodística que cruza sus declaraciones con el informe técnico revela que 132 sitios estratégicos fallaron. ¿Estaban estas alarmas localizadas en zonas de alta densidad poblacional? El organismo no lo aclara.
Un desglose de las incidencias plantea más dudas que certezas: 51 fallos se atribuyeron a problemas de conectividad de red, 75 a cortes de energía eléctrica y 4 a obras en proceso. ¿Cómo es posible que un sistema de emergencia crítico dependa de infraestructuras de red y energía tan vulnerables? Expertos consultados en resiliencia urbana señalan que estos puntos débiles podrían ser catastróficos durante un sismo real, donde los apagones y daños a infraestructura son inevitables.
Por otro lado, la administración de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, destacó una participación ciudadana récord: 8.1 millones de personas y 25,354 inmuebles registrados. La pregunta que surge es inevitable: ¿esta cifra masiva responde a una cultura de prevención genuina o a la obligatoriedad de los protocolos en oficinas y escuelas? El tiempo promedio de evacuación, establecido en 65 segundos, parece eficiente, pero no discrimina entre un edificio nuevo y uno con graves vulnerabilidades estructurales.
La narrativa oficial también ensalza la participación de más de 75,250 brigadistas de Protección Civil. No obstante, fuentes internas cuestionan el nivel real de capacitación de muchos voluntarios y la logística detrás de su despliegue masivo. ¿Está preparada la ciudad para una coordinación efectiva post-sismo o se trata de una cifra inflada para fines propagandísticos?
Este ejercicio deja al descubierto una verdad incómoda: aunque los números generales pintan un panorama optimista, el diablo está en los detalles. Las 132 alarmas silenciosas son 132 puntos de potencial tragedia. La verdadera prueba no es el simulacro, sino la capacidad de las autoridades para auditar, transparentar y resolver estas fallas críticas antes de que la tierra vuelva a temblar de verdad.