El Mexibús navega en aguas turbulentas por obra y gracia de la ineptitud

En un giro irónico que nadie anticipó (excepto todos los que llevan décadas advirtiéndolo), la Línea 2 del Mexibús ha sido temporalmente transformada en un canal de navegación turística, gracias a las diluvianas inversiones en infraestructura del gobierno estatal.

Las lluvias intensas, ese fenómeno meteorológico completamente impredecible en la temporada de lluvias, lograron lo que ningún plan de desarrollo urbano pudo: integrar el transporte público con el sistema de drenaje. Los pasajeros, ahora con chalecos salvavidas opcionales, pueden disfrutar de un servicio combinado terrestre-acuático sin costo adicional.

El Sitramytem, en un comunicado que mezcla el cinismo con la resignación, explicó que la suspensión es preventiva, como si alguna vez hubiera existido una suspensión postventiva. Mientras tanto, las brigadas de Protección Civil intentan desazolvar el problema con cucharitas de café, demostrando que cuando se trata de improvisación, México es potencia mundial.

Las autoridades, en un alarde de creatividad sin precedentes, sugirieron a los ciudadanos usar rutas alternas, es decir, aquellas que no existen o que también están bajo dos metros de agua. Para mayor comodidad, recomendaron seguir los canales oficiales, que como todos sabemos son tan efectivos como un paraguas de papel.

Mientras el Mexibús se convierte en el primer sistema de transporte anfibio del país, los usuarios pueden reflexionar sobre las bondades de vivir en una metrópoli donde cada temporada de lluvias nos recuerda que el verdadero milagro no es caminar sobre el agua, sino encontrar un transporte que no nade.