El Mono Muñoz reaparece en México tras una década de sombras y acuerdos

En un giro digno de una tragicomedia política, Juan Manuel Muñoz, alias “El Mono”, el hombre que lavó dinero con la misma facilidad con la que otros lavan platos, ha vuelto a escena. Esta vez, no en los lujosos pasillos de la élite financiera europea, sino en medio de un operativo contra el huachicol, ese negocio tan mexicano como el tequila y la corrupción. ¿Qué mejor lugar para reaparecer un operador de narcos y políticos que una pipa de combustible robado? La ironía se escribe sola.

Según fuentes que prefieren el anonimato (como casi todos en este país cuando se trata de nombrar nombres), Muñoz no era el objetivo del operativo. Claro, porque en México los peces gordos nunca lo son. Pero ahí estaba, exigiendo la liberación de una pipa como si fuera un cliente insatisfecho en un restaurante de mala muerte. “¿Y mi gasolina?”, debió preguntar, antes de que los policías estatales, probablemente confundidos al ver a alguien tan acostumbrado a la impunidad, lo detuvieran por alterar el orden público. ¡Qué delito tan pintoresco en un país donde el desorden es la norma!

Recordemos que este caballero de las finanzas turbias fue, en su momento, el lavandero oficial de Los Zetas en Europa, un puesto que seguramente incluía beneficios como viajes gratis a prisiones españolas y estadounidenses. Tras un “arrepentimiento estratégico” (léase: acuerdo para no pudrirse en una celda), regresó a México, como si el país fuera un spa de reintegración para criminales arrepentidos. ¿Será que extrañaba el aroma de la gasolina adulterada y el dinero sucio?

Lo más hilarante de todo es que, mientras el gobierno presume operativos contra el crimen, los verdaderos protagonistas de esta novela de narcopolítica siguen moviéndose con la misma libertad que un diputado en época de vacaciones. Muñoz, entregado a la FGR, es solo un capítulo más en esta saga interminable donde los villanos cambian de disfraz pero nunca de guión. ¿Qué sigue? ¿Un exgobernador convertido en influencer de la transparencia? En México, todo es posible.