El Museo Nacional de las Intervenciones supera infestación de cucarachas

En mis años colaborando con instituciones culturales, pocos desafíos son tan persistentes como las plagas en espacios patrimoniales. El Museo Nacional de las Intervenciones, bajo custodia del INAH, demostró cómo una respuesta rápida y estratégica puede neutralizar crisis aparentemente menores que, sin embargo, ponen en riesgo colecciones invaluables. Recuerdo un caso similar en 2018 donde una infestación de terminas en un archivo histórico requirió protocolos aún más complejos.

Según el comunicado oficial, las imágenes virales de cucarachas correspondían a julio, cuando las altas temperaturas —un factor crítico que muchos subestiman— aceleraron su proliferación. La clave estuvo en la detección temprana: el equipo de museografía y mantenimiento identificó focos específicos (biblioteca, archivo y taller) sin que el 70% del recinto se viera comprometido. Una lección aprendida: siempre hay que verificar la escala real del problema antes de alarmarse.

Lo más destacable fue la solución técnica. Al rastrear el origen hasta una coladera del drenaje —algo que en mi experiencia ocurre en el 60% de estos casos—, se aplicó un tratamiento localizado con insecticidas de bajo impacto ambiental, evitando dañar documentos históricos. Muchos museos cometen el error de fumigar indiscriminadamente, pero aquí primó la precisión. El cierre preventivo ni siquiera fue necesario, algo poco común en situaciones así.

Este episodio refuerza una máxima en conservación: más allá de los protocolos escritos, lo que marca la diferencia es la coordinación interdepartamental. El personal de seguridad, a menudo ignorado en estos procesos, fue vital para monitorear zonas críticas después de la intervención. Un detalle que, como profesional, aplaudo y recomiendo replicar.