CIUDAD DE MÉXICO.- En un comunicado cargado de la solemnidad burocrática que solo un Grupo Parlamentario puede destilar, los diputados del Partido Acción Nacional hicieron lo que mejor saben hacer en estos trances: dar a conocer. No se limitaron a informar de una muerte, no; ejecutaron el sagrado ritual de la esquela digital, confirmando así que el exgobernador de Chihuahua, Francisco Barrio Terrazas, había tenido la desconsideración de fallecer sin previo aviso a la jefatura de prensa.
¿Quién fue, según el protocolo, Francisco Barrio Terrazas?
La maquinaria de duelo partidista se puso en marcha de inmediato. A través de esas plañideras electrónicas llamadas redes sociales, el PAN en la Cámara baja no solo compartió la esquela, sino que, en un alarde de emoción contenida, lamentó el suceso. Una pena perfectamente redactada, revisada por comité y libre de cualquier atisbo de espontaneidad que pudiera manchar el decoro institucional.
El simulacro de dolor: las condolencias como trámite
Completando el tríptico de la despedida política moderna, la bancada no olvidó el paso crucial: enviar sus condolencias a los familiares. Un gesto tan predecible y estandarizado como el logotipo del partido en el membrete, asegurando que el dolor ajeno quede debidamente registrado en el archivo de prensa y en el libro de actas de la próxima reunión de la junta de coordinación. La muerte, al fin y al cabo, es otro asunto que debe ser tratado con la frialdad eficiente y la corrección política que el espectáculo democrático exige.
