El PAN no teme a Godoy y exige autonomía en la FGR

Más Allá del Miedo: La Disrupción como Antídoto contra el Autoritarismo

¿Y si el verdadero poder no reside en quien ostenta el cargo, sino en la capacidad colectiva para redefinir las reglas del juego? La declaración de Jorge Romero, líder del PAN, trasciende la coyuntura política para convertirse en un manifiesto disruptivo. Al afirmar que no siente “terror” por la llegada de Ernestina Godoy a la Fiscalía General de la República (FGR), no está mostrando indiferencia, sino ejecutando una jugada maestra de pensamiento lateral: desarmar la intimidación al negarse a ser intimidado.

Jorge Romero rechaza temor por llegada de Godoy a la FGR.

Romero no se limita a criticar a una persona; cuestiona la arquitectura misma del poder. Al plantear que la FGR tiene solo dos caminos—autonomía constitucional o sumisión política—, expone una grieta en el sistema que muchos prefieren ignorar. Su postura es un llamado a transformar la ansiedad en acción, a convertir la posible persecución en una plataforma para una denuncia más contundente. Es el mismo principio que usan los innovadores: no luchar contra el sistema, sino hackearlo desde dentro, usando su propia lógica en su contra.

La Reacción: Del Confrontación a la Construcción de Contrapoder

La reacción del Partido Acción Nacional no es de simple oposición, sino la construcción de un contrapoder narrativo. Al declarar que no cambiarán “ni un ápice” su labor, convierten la posible presión gubernamental en el combustible para su propia relevancia. Es una estrategia que recuerda a las startups que ven en las regulaciones obsoletas no un obstáculo, sino una oportunidad para innovar. La pregunta disruptiva aquí es: ¿puede la transparencia y la denuncia constante volverse un escudo más efectivo que el silencio cómplice?

El Verdadero Significado: Reinventando la Resistencia Democrática

La designación de Ernestina Godoy no es solo un cambio de titular; es un banco de pruebas para la salud institucional de México. La postura del PAN propone un nuevo paradigma: la verdadera fortaleza de un partido político no se mide por su acceso al poder, sino por su resiliencia ante él. Al rechazar el miedo, convierten un escenario de potencial autoritarismo en un escenario para demostrar la vigencia de una democracia robusta. Es una lección de que, a veces, la revolución más profunda no es tomar el poder, sino redefinir por completo cómo se ejerce y se desafía.

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