Lecciones desde la trinchera financiera
Después de años observando los vaivenes de los mercados, he aprendido que la verdadera prueba para cualquier activo no es solo subir, sino mantenerse firme cuando todo a su alrededor es volátil. El tercer trimestre de 2025 nos ha dejado una lección magistral sobre esto, con el peso mexicano apreciándose un 2.25% para cerrar alrededor de 18.33 por dólar, encadenando tres trimestres consecutivos de ganancias. Recuerdo épocas donde cualquier fortaleza del billete verde nos llevaba a pánico, pero hoy, nuestra divisa demuestra una resiliencia que solo se construye con fundamentos sólidos.
Una de las preguntas que más me hacen en mis seminarios es: “¿cómo es posible que el peso se fortalezca mientras el dólar estadounidense también lo hace?” La respuesta, que he visto repetirse en ciclos pasados, yace en la confianza que los capitales internacionales tienen en la economía local, una confianza que se gana con el tiempo y políticas consistentes. Incluso el tipo de cambio al menudeo en ventanillas bancarias, como las de Banamex, reflejó esta tendencia, ubicándose en 18.81 pesos, una mejoría palpable para el ciudadano común.
La Bolsa: Un toro que no descansa
El Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores no se quedó atrás, con un impresionante avance del 9.51% en el trimestre. Permítanme compartir una anécdota: hace una década, un rally así sería noticia para todo el año; hoy, es el resultado de un mercado que ha madurado, con una ganancia acumulada anual del 27.07%. Esto no es suerte. Es el reflejo de empresas más robustas y un ecosistema de inversión que ha aprendido de crisis anteriores.
Mientras, al norte, los principales índices bursátiles de Wall Street—el Dow Jones, el S&P 500 y el Nasdaq Composite—también pintaron el tablero de verde, registrando alzas significativas y rozando máximos históricos. He sido testigo de cómo esta euforia global puede ser contagiosa, pero también engañosa. La clave para un inversionista experimentado es discernir entre un momentum genuino y la exuberancia irracional.
El oro brilla, el petróleo se apaga
El mercado de commodities, como siempre, nos ofreció su propia narrativa. El oro, ese refugio tradicional en tiempos de incertidumbre, tuvo un repunte formidable del 16.79%, cerrando en 3,858 dólares la onza. En mi carrera, el oro nunca deja de sorprender; su rally es un recordatorio silencioso de que, a pesar del optimismo en los mercados de riesgo, aún hay una búsqueda de seguridad.
Por el contrario, el petróleo WTI, referencia para nuestra mezcla mexicana, cerró el periodo en 62.37 dólares el barril, con una caída del 4.21%. Esta divergencia entre el metal precioso y el crudo es un clásico que he analizado innumerables veces. Nos habla de una demanda industrial más cautelosa y de las cambiantes corrientes geopolíticas que afectan los precios de la energía. En la práctica, nos enseña la importancia de no poner todos los huevos en una misma canasta, incluso dentro de un mismo sector de materias primas.
En resumen, este trimestre no fue solo sobre números verdes; fue una demostración de madurez y de cómo los mercados que han aprendido de la experiencia pueden navegar aguas globales complejas con notable éxito.