El PRI descarta alianzas fallidas y traza su ruta hacia 2030

La Autopsia de una Derrota: El PRI Busca Respuestas Más Allá del Candidato

En un tono que mezcla la autocrítica con una advertencia pública, Alejandro Moreno Cárdenas, presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ha dibujado un mapa estratégico que, más que apuntar a 2030, parece una confesión sobre lo que salió mal en 2018 y 2024. Su mensaje central es una bomba de relojería para el sistema de coaliciones opositoras: el tricolor no financiará más “inventos”. ¿A qué se refiere? Las candidaturas presidenciales de José Antonio Meade y Xóchitl Gálvez—ajenas a la militancia priista— son ahora catalogadas como “ocurrencias” costosas que resultaron en sendas “madrizas” electorales.

¿Un Líder que Cuestiona o un Aspirante que se Prepara?

La investigación revela una capa más profunda. Mientras Moreno advierte que “se va a ir el país entre las patas” con otro experimento, y clama por ir “con los que saben”, no descarta, ante la prensa, la posibilidad de ser él mismo el candidato presidencial del partido. Esta dualidad plantea preguntas incisivas: ¿Es este un llamado genuino a reconstruir desde los cimientos un frente opositor sólido, o el primer movimiento calculado de una campaña interna? Su escepticismo saludable hacia las alianzas pasadas parece coexistir con una curiosidad implacable por el poder.

La Profecía y la Estrategia: Morena en la Mira

Con la contundencia de quien ha revisado los documentos de las derrotas, el dirigente no solo mira al interior. Lanza una profecía política: “Morena va a caer, se los aseguro”. Pero, ¿sobre qué bases se sustenta esta certeza? La narrativa sugiere que la victoria no es cuestión de un nombre en la boleta, sino de un trabajo de ingeniería política de largo aliento. La conclusión que emerge de este análisis es reveladora: el PRI, herido y en retroceso, intenta cambiar las reglas del juego. Ya no confía en atajos. Su nueva verdad, dolorosa pero clara, es que la ruta hacia 2030 no comienza con un candidato, sino con la demolición controlada de sus propios errores y la lenta construcción de una alternativa que, prometen, será intrínsecamente priista. El tiempo, según Moreno, hará el resto.

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