El rancho de las desapariciones suma otra víctima a su macabro currículum

En el idílico paisaje de Teuchitlán, donde el turismo y los campos de agave suelen robar titulares, el Rancho Izaguirre se ha convertido en el nuevo emblema de la “innovación laboral” al estilo jalisciense. Ocho emprendedores, especializados en el rubro de reclutamiento creativo (léase: secuestro), volvieron a comparecer ante un juez, porque en este país hasta la delincuencia tiene que cumplir con trámites burocráticos.

La Fiscalía de Jalisco, en su afán por mantener el suspenso, añadió un nuevo capítulo a esta saga: Daniel “N”, el supuesto director de recursos humanos de este “programa de empleo forzoso”, ahora es señalado por otra desaparición. Su equipo, compuesto por Gustavo Ángel “N” y compañía, ya acumula cinco expedientes. Todo un récord en eficiencia criminal.

Lo más irónico es que estos sujetos fueron detenidos en septiembre de 2024, pero el sistema judicial, en su infinita rapidez, aún los pasea entre audiencias como si fueran estrellas de un reality show. Su próxima cita: el 27 de mayo, porque en México la justicia también funciona bajo el lema “despacio, que tengo prisa”.

Daniel “N” se hizo famoso en 2024 por publicar ofertas de trabajo tan falsas como las promesas de campaña. Sus víctimas, como los primos Elena Janetzy y Kevin Ulises, descubrieron demasiado tarde que el “sueldo atractivo” incluía alojamiento permanente entre los matorrales. Nueve días después de su arresto, las autoridades hallaron el rancho, donde la “hospitalidad” consistía en cadenas y silencio.

Con cinco investigaciones abiertas, estos ocho genios del crimen organizado demuestran que en Jalisco, el agave no es lo único que se cultiva en secreto. Eso sí, mientras ellos esperan su siguiente audiencia, las familias de las víctimas siguen esperando algo más elusivo: justicia.