El ritual cínico del recuerdo en la era de la desmemoria

El ritual cínico del recuerdo en la era de la desmemoria

Foto: El Universal.

En el gran teatro nacional, el Día de Muertos se transforma en el sublime espectáculo de honrar a los difuntos que el Estado permitió morir. Una celebración cívica donde lloramos con un ojo a quienes partieron y con el otro vigilamos que los funcionarios no roben las ofrendas.

En la moderna plaza pública de TikTok, el ciudadano @soyjosepardo_ ha erigido un monumento digital titulado “EL AMOR DE LA ABUELA“, recordando a las veintinueve almas que el pasado septiembre fueron volatilizadas por la explosión de una pipa en el Puente de la Concordia, Iztapalapa. Ironías del destino: la Concordia resultó ser tan sólida como las promesas de campaña.

“Hoy honramos a los que ya no están”, proclama el creador, siguiendo el sagrado manual del mexicano: llorar con elegancia y convertir la indignación en contenido viral. Porque, como reza el nuevo evangelio patrio, “un mexicano nunca se olvida de otro mexicano”, excepto cuando se trata de exigir responsabilidades a los olvidadizos gobernantes.

La abuela que hizo lo que el Estado no pudo

La pieza audiovisual nos presenta a la señora Alicia Matías Teodoro, la abuela que en segundos entendió lo que los burócratas no han comprendido en décadas: proteger a la ciudadanía. Con dramática precisión, la escena muestra a la anciana preguntando al vacío: “Ya casi dos meses, ¿se acordarán de nosotros?”.

La respuesta del joven acompañante debería estar inscrita en letras doradas en todos los edificios públicos: “¡Claro! Un mexicano nunca se olvida de otro mexicano”. Mentira piadosa donde las haya, considerando que nuestra memoria colectiva tiene la consistencia de un tweet de 280 caracteres.

El climax llega cuando la abuela confiesa su mayor pecado: “Yo no me merecía irme así”. “Nadie“, responde el muchacho, en lo que constituye la declaración más obvia desde que se inventó la corrupción. Pero la revelación final es pura genialidad satírica: “Estoy en paz, porque sé que pude salvar a mi niña“. He aquí el verdadero milagro mexicano: que los ciudadanos comunes hagan el trabajo que corresponde al Leviatán.

El circo de las lágrimas digitales

El video acumula 656 mil visualizaciones y 160 mil ‘me gusta’, cifras que cualquier político en campaña mataría por tener. Los comentarios forman un coro griego moderno donde se mezclan el dolor genuino con la resignación nacional.

Desde el familiar que evita el puente maldito hasta el ciudadano que exige un “sistema digno“, pasando por el espectador que confiesa: “Ya no tengo lágrimas“. Y es que en este país hemos desarrollado una economía peculiar: exportamos petróleo e importamos tragedias.

La obra maestra de esta sátira involuntaria es el comentario que reza: “Merecemos un sistema digno, un sistema que ofrezca seguridad a todos”. Petición que, en el México actual, suena tan utópica como pedir que los funcionarios lleguen puntuales a las sesiones de fotos conmemorativas.

En el gran altar de la patria, mientras las abuelas heroicas se inmolan para salvar a sus nietas, los burócratas se limitan a producir contenido sobre la resiliencia del pueblo. Porque al final, en este México surreal, las víctimas mueren una vez, pero los funcionarios mueren de éxito en cada conferencia de prensa.

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