La Peste Escarlata (Versión Administrativa) es Derrotada por el Papel Sellado
En un acto de heroísmo burocrático sin precedentes, el Ministerio del Bienestar Epidémico (antaño conocido como Secretaría de Salud) ha proclamado la derrota absoluta del temible Sarampión Salvaje en las tierras de Chiapas. La situación, nos aseguran con la solemnidad de un notario, está no solo controlada, sino supercontrolada, archivada y con copia certificada. Existen, según el comunicado triunfal, ampollas de salvación suficientes para ahogar cualquier eventualidad, incluyendo, suponemos, un ataque coordinado de todos los virus del catálogo de la OMS.
Desde el Púlpito Matutino de la Verdad Oficial, el Sumo Sacerdote de la Sanidad, David Kershenobich, bendijo a los fieles con la noticia: los números han descendido, como debe ser, por orden superior. Tras un concilio sagrado con el Gobernador Territorial Eduardo Ramírez Aguilar, se decretó que el pánico es un lujo innecesario y que las actividades económicas de sacrificio pueden continuar sin restricciones. La fe mueve montañas; la declaración oficial, aparentemente, mueve curvas epidemiológicas.
La Batalla de San Cristóbal: Una Crónica de Victoria
El epicentro del Apocalipsis Miniaturizado, identificado por los cartógrafos estatales como San Cristóbal de las Casas, ha sido pacificado. Todos los rebeldes contagiados han sido sometidos al protocolo de la misericordia clínica y evolucionan, nos juran, hacia la ciudadanía productiva. No hay motivos para la alarma, solo para la admiración ante la eficiencia del sistema.
La Estrategia Genial: Cercar, Vacunar y Declarar la Paz
La genialidad táctica desplegada dejará boquiabiertos a los historiadores militares. Frente al avance microscópico del enemigo, el alto mando sanitario ordenó establecer un Cerco Vacunal de Hierro en un perímetro de exactamente 25 manzanas urbanas. Ni 24, ni 26. La precisión es clave. Simultáneamente, se desplegó un barrido de inmunización en San Cristóbal y Tuxtla Gutiérrez, operación cuyo objetivo no era solo cortar cadenas de transmisión, sino también cualquier posible titular periodístico alarmista. El mensaje es claro: la enfermedad puede ser impredecible, pero la narrativa oficial nunca lo es. Todo está bajo el control del expediente perfectamente llenado.














