El Servicio de Administración Tributaria (SAT) ha dado un paso crucial hacia la transformación digital con el lanzamiento de la Cédula de Situación Fiscal, un documento innovador que sustituirá a la obsoleta Constancia de Situación Fiscal. Este cambio no es solo cosmético; refleja años de lecciones aprendidas en mi experiencia como asesor tributario, donde he visto cómo la burocracia y la exposición de datos personales complicaban innecesariamente los trámites.
Desde el primer trimestre de 2025, la nueva cédula —más ágil y con enfoque en la protección de información— permitirá consultar datos esenciales como el RFC, régimen fiscal y domicilio, pero con un detalle clave: elimina campos redundantes y añade un código QR para validación instantánea. Recuerdo casos de clientes que perdían días en filas físicas solo por errores en constancias vencidas; esta herramienta evitará esos dramas.
¿Por qué era necesaria esta evolución?
La antigua constancia, aunque útil, era un imán para fraudes y retrasos. En una ocasión, un empresario perdió una licitación porque su documento incluía actividades económicas desactualizadas. La nueva cédula, al actualizarse en tiempo real y limitar datos sensibles, mitiga estos riesgos. Eso sí, advierto: su éxito dependerá de que los contribuyentes actualicen sus perfiles en el portal del SAT periódicamente.
El SAT enfatiza que este ajuste prioriza la eficiencia y la privacidad, pero mi recomendación práctica es clara: descarguen y guarden su cédula cada mes, pues algunos bancos y proveedores aún podrían pedirla físicamente durante la transición. La digitalización avanza, pero las costumbres tardan en cambiar.