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El Senado declara la guerra a los huaraches apócrifos chinos

Una cruzada épica contra los huaraches apócrifos y la defensa de la identidad nacional ante la invasión silenciosa.

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En un acto de heroísmo legislativo sin precedentes, el augusto Senado de la República, en sublime comunión con la Secretaría de Economía y el siempre vigilante Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, se aprestan a librar la batalla definitiva contra el enemigo más temible de la patria: los huaraches falsificados.

Con la solemnidad de quienes se disponen a redactar una nueva constitución, nuestros próceres alistan un arsenal de reformas y programas destinados a frenar la insidiosa invasión de calzado ilícito y juguetes heréticos que, procedentes de misteriosas factorías orientales, amenazan con socavar los cimientos mismos de nuestra nación.

El próximo periodo de sesiones se consagrará a esta cruzada sagrada, contemplando reformas a diversos ordenamientos y, lo que es más crucial, la imposición de castigos ejemplares para aquellos osados que se atrevan a comerciar con alpargatas apócrifas. Porque, como todo el mundo sabe, la auténtica esencia de México no reside en sus instituciones democráticas ni en el bienestar de su pueblo, sino en la integridad indiscutible de su calzado artesanal.

Según el análisis de la Comisión de Economía —realizado, sin duda, entre degustaciones de tequila y nostálgicas miradas a fotografías de Emiliano Zapata—, la industria del calzado es el pilar fundamental de nuestra identidad nacional. No contentos con proteger meros empleos, nuestros legisladores se erigen en guardianes de la cultura, velando porque ningún diseño ancestral de huarache caiga en las garras de diseñores extranjeros ávidos de apropiarse de nuestros patrones podales.

“Este robo es una falta de respeto a siglos de tradición”, proclamó el presidente de la comisión, con lágrimas de emoción patria resbalando por sus mejillas. Y es que, en el México contemporáneo, nada simboliza mejor nuestra lucha contra la desigualdad y la injusticia que una feroz batalla contra imitaciones de calzado que no pagan impuestos.

Mientras las urgencias nacionales aguardan su turno en el limbo legislativo, nuestros representantes concentran sus energías en este combate existencial: salvaguardar el patrimonio cultural invaluable de las dos amenazas más letales para la civilización occidental: la piratería podológica y el plagio de diseños de huaraches. Así, entre debates apasionados sobre suelas y tejidos, se construye el futuro de una nación que, ante todo, valora la autenticidad de sus sandalias.

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