El Senado despliega su máquina de ayuda en medio de la tormenta
En un alarde de previsión que solo puede compararse con cerrar el establo después de que han huido los caballos, la excelsa presidenta del Senado, Laura Itzel Castillo, ha proclamado desde su atalaya legislativa que la semana estará consagrada a acciones solidarias para auxiliar a la ciudadanía anegada. La magna obra consistirá en la instalación de un centro de acopio, un monumento burocrático donde los ciudadanos podrán depositar sus bienes, mientras los ilustres senadores depositan discursos.
Paralelamente a esta epopeya humanitaria, la cámara alta, en un ejercicio de multitasking que maravillaría a los dioses del Olimpo, discutirá en comisiones la trascendental minuta de la reforma a la Ley Aduanera. Nada une más al pueblo sufriente con sus representantes que el debate apasionado sobre aranceles y regulaciones portuarias mientras el agua sigue subiendo.
Como si de un reparto divino se tratara, también se presentará para su ratificación celestial a Roberto Velasco Álvarez en su cargo diplomático. Porque en medio del caos, lo que verdaderamente calma las aguas turbulentas es la seguridad de que un subsecretario tiene el sello oficial en su nombramiento.
La presidenta del Senado, en un arrebato de transparencia que estremece los cimientos de la República, confirmó que el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, comparecerá ante el pleno. Este acto de contrición pública, disfrazado de Glosa del Primer Informe de Gobierno, servirá para que todos vean cómo se rinden cuentas, o al menos, cómo se leen cuentas en voz alta.
Finalmente, desde la Mesa Directiva, ese altar desde donde se dirigen los destinos de la nación, se anunció con solemnidad que se está a la espera de la minuta de la Reforma a la Ley de Amparo. Porque si algo necesita un país semi-inundado son modificaciones a los recursos jurídicos, el verdadero salvavidas para el ciudadano de a pie.
“Desde la casa del pueblo, seguimos trabajando en favor de nuestra nación“, exclamó la mandataria legislativa en un mensaje dirigido a las redes sociales, ese otro territorio pantanoso donde la percepción se gestiona con mayor diligencia que las catástrofes naturales. Una vez más, el teatro de la política demuestra que el show debe continuar, aunque el escenario esté anegado.
