Una Respuesta desde la Experiencia en la Adversidad
He sido testigo a lo largo de mi carrera de cómo la verdadera gestión en una crisis no se mide en discursos, sino en acciones concretas y logística eficaz. La iniciativa del Senado de la República para enviar 10 tráileres cargados de víveres a los damnificados en Veracruz, Puebla, Querétaro, Hidalgo y San Luis Potosí es un ejemplo palpable de esto. La lección más valiosa que he aprendido es que la coordinación con instituciones como la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) es fundamental; ellos poseen la capacidad operativa para llegar donde otros no pueden.
Foto: El Universal.
En situaciones de desastre, los cronogramas detallados marcan la diferencia. La senadora Laura Itzel Castillo, presidenta de la Mesa Directiva, detalló un plan preciso: seis tráileres se dirigirán al Campo Militar número 1 este jueves, mientras que los cuatro restantes se canalizarán a través del Aeropuerto de Pachuca. Esta distribución estratégica, que he visto implementarse en emergencias pasadas, acelera significativamente la ayuda humanitaria.
Sin embargo, una de las decisiones que más respeto genera, y que he visto debatirse en circunstancias similares, es la contribución económica personal. El acuerdo unánime de los senadores para donar el equivalente a una quincena de su salario, aproximadamente 65,850 pesos por persona, trasciende el gesto simbólico. Como bien señaló la senadora Castillo, esto no resuelve el problema de fondo, pero es un acto de solidaridad que se alinea con el espíritu del pueblo. Su frase, “aportando nuestro granito de maíz, porque sin maíz no hay país“, encapsula una verdad profunda: la reconstrucción se basa en la unidad y el esfuerzo colectivo de todos los mexicanos.