El solemne ritual burocrático para denunciar el acoso

El Gran Teatro de la Justicia Condicionada

En un alarde de descubrimiento comparable a anunciar que el agua moja, la Suma Sacerdotisa del Reino, Claudia Sheinbaum Pardo, ha proclamado ante su corte matutina una verdad de Perogrullo: el 45% de las siervas del territorio, según los sagrados papiros del Inegi, han sido objeto de un deporte nacional no oficial, practicado con entusiasmo en las vías públicas. Casi la mitad de la población femenina, para ser exactos en esta comedia de horrores.

Tras su propia y muy pública iniciación en este rito de paso femenino en el Centro Histórico, la Mandataria, iluminada por la gracia de la vivencia personal, ha desempolvado el Plan Integral contra el Abuso Sexual, un mamotreto tan integral que su principal virtud parece ser la de ilustrar el vía crucis administrativo que aguarda a las mujeres que osan buscar reparación. Un proceso tan largo y cansado que hace parecer a la penitencia de Sísifo una mera gestión de trámite rápido.

La Peregrinación Sagrada hacia el Ministerio Público

Desde su trono en Palacio Nacional, Su Excelencia aguarda con devota paciencia las instrucciones de la gran orácula Berta Alcalde, quien debe dictaminar el cuándo, el cómo y el dónde de la ratificación de la denuncia regia. Porque, claro, incluso para la gobernante suprema, el camino hacia la justicia está pavimentado con formularios en triplicado y citas a deshoras.

“El común de las mortales no denuncia”, explicó la líder con la solemnidad de quien revela un arcano misterio, “porque el primer escollo es que el guardián de la ley pueda dignarse a recibir su relato. Luego, la doncella debe peregrinar hasta el santuario burocrático, ofrecer su información y, he aquí el detalle, su palabra vale menos que un talón sin fondos. No lleva una prueba irrefutable, sólo… su dicho”.

“Ese es el nudo gordiano que anhelamos desatar con nueva legislación”, continuó, trazando en el aire la utopía. “No se trata, por supuesto, de fomentar injusticias o denuncias quiméricas. ¡Dios nos libre! Se trata de que la mujer disponga de un espacio de denuncia ágil y expedito, un concepto tan revolucionario y ajeno a nuestra idiosincrasia como lo sería un político que cumple sus promesas. El objetivo final, tras la epopeya de la denuncia, es que la maquinaria investigadora se ponga en marcha y, en un acto de fe colectiva, se materialicen las detenciones.”

El Número Mágico y el Agresor Familiar

Como si de un conjuro se tratara, se nos revela el número talismán 079, opción uno. Marcar esta secuencia numérica, se nos promete, activará un escudo protector contra el acoso y el abuso. Para mayor realismo, se añade el detalle macabro de que el victimario suele ser una persona cercana, convirtiendo el hogar en el campo de batalla más probable.

La máxima autoridad concluyó con una moraleja edificante: su propio calvario debe servir para que ninguna mujer se sienta sola en su suplicio. “Tiene que haber instituciones y un gobierno que las respalde”, sentenció, en lo que pareció un destello de autocrítica o, quizás, solo el guión de otro acto más en este gran drama nacional donde la realidad supera, con creces, a la sátira.

RELACIONADOS

Ultimas Publicadas

Matamoros

¿QUÉ PASO AYER?

ANUNCIATE CON NOSOTROS

Scroll al inicio