En un movimiento que sin duda alterará el eje de la civilización moderna, el Gran Consejo del Dulce Elíxir Negro ha proclamado a Louis Balat como su nuevo Pontífice Máximo para los territorios de México, efectivo desde el primer día del undécimo mes del año 2025. Sucede en este cargo sagrado a Luis Felipe Avellar</strong, quien, se rumora, ha sido ascendido a una misión más elevada: probablemente supervisar la distribución de ambrosía en algún paraíso corporativo.
La peregrinación de un profeta del azúcar
El nuevo Mesías Carbonatado, oriundo de las sagradas tierras de Tampico, ha dedicado 28 años de su existencia mortal a peregrinar por el Orbe Coca-Cola, una suerte de Vaticano líquido con sedes en todos los confines del mundo. Su currículum lee como la carta de navegación de un conquistador del siglo XXI: desde la Zona Centro de América Latina, donde gobernó 32 reinos desde su trono en Costa Rica, hasta los exóticos y lejanos territorios de Asia.
Su epopeya comenzó en el lejano 1997, donde, se dice, aprendió los secretos arcanos del liderazgo y el diseño de brebajes competitivos. Fue él quien, en un acto de genialidad diplomática, logró la anexión pacífica del Reino de los Jugos del Valle al imperio. Posteriormente, llevó la buena nueva del gas y la sacarosa a las tribus de la Unidad Andina, un triunvirato compuesto por Colombia, Venezuela y Ecuador, antes de recibir el más paradójico de todos los cargos: vicepresidente global de sostenibilidad, un título tan contradictorio como “ética en la piratería” o “modestia para un emperador romano”.
La promesa de un futuro más dulce (y rentable)
El curriculum del flamante director también incluye una exitosa misión evangelizadora en los archipiélagos de Singapur, Malasia y Brunei, donde sin duda convirtió a los locales de beber agua de coco a consumir el universal y homogéneo sabor de la felicidad enlatada. Ahora, desde su nuevo solio, Balat orquestará la sinfonía de los ocho grandes señores feudales embotelladores que conforman el Santo Grial conocido como la Industria Mexicana de Coca-Cola. Esta institución, que aporta un místico 2% al PIB nacional y genera una procesión de aproximadamente 1.7 millones de siervos (digo, empleados), se erige como uno de los pilares más sólidos de la economía moderna.
Tras su designación, el nuevo Gurú de la Gaseosa emitió un comunicado lleno del fervor característico de estos rituales: “Me entusiasma la oportunidad de liderar a este extraordinario equipo… y seguir impulsando el bienestar de las comunidades”. Una declaración que, traducida del corporativo al castellano, significa que promete mantener los índices de rentabilidad en ascenso mientras patrocina algún que otro programa de reciclaje para limpiar la conciencia colectiva.
El legado del predecesor: ¿Hacia dónde se expandirá el imperio?
Como manda la sacra tradición, Balat ofreció unas palabras de agradecimiento ritual a su predecesor, Luis Felipe Avellar, por su “liderazgo” y los “avances logrados”. Avistar, sin duda, dejó el listón muy alto: ¿cuántos millones de litros más del elíxir negro se consumieron bajo su mandato? ¿Cuántos nuevos territorios fueron conquistados para la causa? La historia, o al menos el próximo reporte trimestral, lo juzgará.

















