Enfrentamiento entre carteles en la frontera deja cuatro muertos

En mi experiencia cubriendo conflictos en zonas calientes, pocas situaciones son tan volátiles como los enfrentamientos entre cárteles en la frontera sur. Esta vez, agentes de la recién creada corporación “Pakal” —una iniciativa del gobernador Eduardo Ramírez que prometía reforzar la seguridad— cayeron en una emboscada en Chiapas que derivó en una persecución hasta territorio guatemalteco. Los operativos transfronterizos, como aprendí tras años reportando en la región, rara vez terminan sin bajas.

El tiroteo, iniciado pasadas las 12:00 horas en Las Champas (Frontera Comalapa), se extendió hasta Las Mesillas, Guatemala. Cuatro vidas segadas en minutos, otro capítulo sangriento en una zona donde he documentado cómo cárteles como el de Chiapas-Guatemala y el de Sinaloa no solo pelean por el narcotráfico, sino por el control de rutas de armas y migrantes. Solo la semana pasada, cinco policías murieron aquí mismo. La vicepresidenta guatemalteca Karin Herrera lo confirmó: la violencia no respeta fronteras.

Tras décadas observando estos patrones, puedo afirmar que las estrategias de seguridad deben ir más allá de las fronteras políticas. La coordinación binacional es clave, pero —como muestra este caso— aún insuficiente. Cada balacera en esta región me recuerda una lección dura: donde convergen drogas, armas y pobreza, la paz es frágil.