Estados Unidos acepta rastrear el tráfico ilegal de armas a México

Estados Unidos acepta rastrear el tráfico ilegal de armas a México

La Presidenta Claudia Sheinbaum ha anunciado un cambio de paradigma en la seguridad bilateral: por primera vez, Estados Unidos ha accedido a rastrear el armamento que ingresa de manera ilícita a territorio mexicano hasta los propios vendedores que las comercializan. Pero, ¿qué impulsó este giro radical después de décadas de negativas? La investigación revela capas de una problemática largamente ignorada.

En sus declaraciones, la mandataria enfatizó la novedad del enfoque. Ahora es una visión completamente distinta. Uno de los primeros puntos es el fortalecimiento de las operaciones, de las agencias o de las distintas instituciones del Gobierno de Estados Unidos, en Estados Unidos, para evitar que esas armas entren a México, afirmó. Este planteamiento invierte la narrativa tradicional, que solía exigir a México operativos para frenar el ingreso de drogas a la nación del norte.

La trascendencia del acuerdo, calificado como histórico por Sheinbaum, reside en un reconocimiento sin precedentes. Por primera vez, Estados Unidos reconoce que tiene que hacer operativos para controlar las armas, o el tráfico ilegal de armas hacia México, y además fortalecer la investigación y la comunicación, explicó durante su conferencia mañanera. Este mecanismo permitirá la trazabilidad de las armas incautadas, que en un 75% según el Departamento de Justicia estadounidense son de origen norteamericano, identificando no solo al fabricante, sino a la armería específica donde se realizó la transacción.

El verdadero quid de la cuestión, sin embargo, surge al contrastar este nuevo capítulo con un pasado oscuro y poco esclarecido. La investigación periodística nos lleva a un episodio que muchos preferirían olvidar: el Operativo Rápido y Furioso. Sheinbaum recordó cómo, durante las administraciones de Barack Obama y Felipe Calderón, Washington implementó este polémico esquema que consistió en vender armas con chips de rastreo a cárteles mexicanos.

¿Cuál fue el resultado de esa arriesgada estrategia? Según testimonios y documentos, un fracaso absoluto que terminó fortaleciendo a la misma delincuencia organizada que se pretendía combatir. ¿Y qué fue lo que hicieron los grupos delictivos? Pues le quitaron el chip y se usaron esas armas para fortalecer a la delincuencia organizada, reveló la Presidenta. Lo más inquietante es que, a pesar de que agentes estadounidenses perdieron la vida en incidentes vinculados con este operativo, nunca se llegó al fondo de la investigación en este caso.

Este nuevo acuerdo, por tanto, no es solo un punto en una agenda diplomática. Se erige sobre las cenizas de una política fallida y sobre el principio innegociable de la soberanía nacional. La soberanía es algo que nunca se va a negociar, jamás. Es la esencia de la nación, es la esencia del pueblo de México, sentenció Sheinbaum. La revelación final es clara: el centro del debate binacional ha cambiado. Ya no son solo las drogas o la migración; ahora, por primera vez, el foco está puesto en el flujo letal de armas y en la corresponsabilidad que Estados Unidos finalmente parece dispuesto a asumir.

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