Desde mi experiencia analizando la evolución del crimen organizado, he visto cómo las recompensas millonarias del Departamento de Estado no son meros anuncios; son herramientas estratégicas que alteran el tablero del narcotráfico. La oferta de cinco millones de dólares por información que conduzca a la captura de Juan José Ponce Félix, alias “El Ruso”, es una jugada calculada para fracturar desde dentro a una de las facciones más poderosas del Cártel de Sinaloa.
En mis años siguiendo estos casos, aprendí que detrás de cada alias como “El Ruso” hay una historia de ascenso meticuloso. Este individuo no surgió de la nada. Su trayectoria, vinculada a figuras notorias como Gustavo Inzunza, “El Macho Prieto”, desde los campos de Ciudad Obregón, es un manual clásico de cómo se construye un mando criminal: lealtad, violencia implacable y una discreción casi legendaria. El hecho de que el FBI maneje múltiples identidades para él no es una rareza; es la norma para los capos que realmente saben cómo operar en las sombras.
Lo que más me llama la atención, y aquí comparto una lección práctica, es el enfoque en “Los Rusos”, el brazo armado de “La Mayiza”. No se trata solo de un grupo más. Esta facción, cofundada por Ismael “El Mayo” Zambada, ha sido catalogada como organización terrorista extranjera. Esta designación es crucial. No es solo una etiqueta; abre un abanico completo de herramientas legales y de inteligencia para las agencias estadounidenses, yendo mucho más allá de un simple caso de narcóticos.
He sido testigo de cómo operan estas redes. Los cargos contra Ponce Félix—conspiración, tráfico de drogas, lavado de dinero, posesión ilegal de armas—pintan el retrato de un operador integral. No es un sicario cualquiera; es un coordinador logístico. Gestionar el flujo de fentanilo, cocaína y metanfetamina desde el noroeste de México hasta California y Oregón requiere una sofisticación operativa que solo unos pocos poseen. La Administración Trump ha convertido este caso en un objetivo emblemático de su ofensiva, y entiendo por qué. Golpear a un eslabón tan crítico puede crear un efecto dominó de desestabilización.
La verdadera batalla, sin embargo, no se gana solo con recompensas. Se gana con inteligencia persistente y cooperación transfronteriza. Cinco millones de dólares son un incentivo poderoso que puede quebrar el muro de silencio, pero la captura de un fantasma como “El Ruso” requerirá paciencia, recursos y, sobre todo, la voluntad de confrontar la compleja red de corrupción y lealtades que lo protege.