Adiós a una visionaria del lienzo
El ecosistema cultural mexicano se ve impactado por la partida de la pintora Teresa Velázquez, cuyo fallecimiento fue confirmado el pasado jueves 23 de octubre por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
La institución expresó en sus canales digitales: “El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura lamenta el sensible deceso de la creadora Teresa Velázquez Gutiérrez. (…) El INBAL reconoce su invaluable legado creativo y se solidariza con su círculo familiar, amistades y la comunidad del arte”.
Trayectoria de una disruptora
Nacida en la Ciudad de México en 1962, Velázquez forjó su camino en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, donde fue discípula del maestro Gilberto Aceves Navarro y participó en el innovador Primer Taller de Producción con Ignacio Salazar.
Su proyección en el circuito artístico inició en la década de los 90, con exhibiciones en templos de la cultura como el Museo de Arte Moderno y la Galería Luis Nishizawa de su alma máter. El punto de inflexión llegó en 1995, cuando obtuvo el Premio de Adquisición en el XV Encuentro Nacional de Arte Joven, convocado por el INBAL.
Maestra de la abstracción pictórica, su obra trascendió fronteras, presentándose en recintos de talla internacional como el Museo de Arte Carrillo Gil, el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez y el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO), además de proyectarse globalmente en naciones como Perú, Estados Unidos, Canadá y Haití.
La resistencia de la pintura en la era digital
En un contexto donde el mercado del arte comenzaba a privilegiar lo alternativo y lo multidisciplinario, Velázquez se erigió como una voz crítica. En una entrevista con EL UNIVERSAL en 2020, reflexionó: “La pintura fue relegada, incluso estigmatizada. Ejercerla era percibido como una postura conservadora”.
Junto a una coalición de creadores como Pablo Rulfo, Inda Sáenz y Ulises García Ponce de León, emprendió la defensa de la Bienal Tamayo, abogando por un mayor espacio para la obra de Rufino Tamayo y cuestionando la ausencia de apoyo institucional de la UNAM y el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC).
La pintura como filosofía de vida
Para Velázquez, el acto de pintar era un ejercicio intelectual profundo, una “cosa mental” que la llevó a complementar su práctica con estudios de filosofía en la UNAM. Inspirada por el oficio de arquitecto de su padre y el “poder mágico” de materializar ideas en un soporte físico, encontró en el arte su “manera de habitar el mundo”.
Al hablar de los beneficios de la práctica pictórica, la artista afirmó que este era su argumento fundamental para “nunca sacrificar lo que me ha otorgado la pintura por el capital“.
“La pintura, tanto la que ejecuto como la que contemplo, sigue siendo mi principal instrumento de formación filosófica. Es una metodología de conocimiento esencial para descifrar este mundo”, sentenció, legando una visión atemporal de la creación.















