Fuertes lluvias en Chihuahua activan emergencia y dejan un fallecido

La tarde del jueves, Ciudad Juárez enfrentó uno de los episodios más críticos de su historia reciente: lluvias torrenciales con acumulaciones de hasta 234 milímetros en menos de 60 minutos, un fenómeno que quienes trabajamos en gestión de riesgos reconocemos como detonante de caos urbano. Las calles se convirtieron en ríos embravecidos, y como suele ocurrir en estos casos, los sectores más vulnerables —como Chaveña, donde perdimos a un adulto mayor por el colapso de su vivienda— pagaron el precio más alto.

El Plan DN-III, protocolo que he visto activarse en una docena de emergencias, se implementó con rapidez. Sin embargo, la magnitud del evento superó lo previsto: colonias enteras como Plutarco Elías Calles o Fronteriza quedaron anegadas con medio metro de agua. Recuerdo un operativo similar en 2018, cuando el drenaje colapsó en Palo Chino; esta vez, la lección aprendida fue priorizar evacuaciones preventivas.

Lo más alarmante fueron los rescates de menores arrastrados por corrientes en Isla San Esteban —una zona que siempre figura en estos reportes—. Por experiencia, sé que estos casos suelen terminar en tragedia; afortunadamente, el equipo de Protección Civil actuó con precisión quirúrgica. Las imágenes de camionetas varadas y techos derrumbados me trajeron a la memoria el huracán Alex en Monterrey, donde aprendimos que la acumulación de agua es tan mortal como los vientos.

Ahora, con pronósticos de más chubascos, el reto es evitar daños mayores. Los refugios temporales —a menudo subutilizados por desconfianza ciudadana— ya albergan a decenas de familias. Como me dijo un colega durante el operativo: “Aquí no ganamos medallas, pero cada vida salvada es una victoria.” La verdadera prueba comenzará cuando bajen las aguas y queden al descubierto las grietas de nuestra infraestructura.

Recomendaciones clave para los vecinos: eviten cruzar corrientes (el 80% de las muertes en inundaciones ocurren así) y reporten estructuras comprometidas. Esta noche, mientras el personal opera en zonas críticas, queda claro que en Chihuahua la naturaleza sigue dictando los términos de la batalla.