Gobernadores y embajadores celebran la amistad binacional entre aplausos y permisos

En un despliegue de cordialidad que hubiera hecho llorar de emoción a un tratado de libre comercio, el Gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez Salinas, se reunió con el Embajador de Estados Unidos y el Gobernador de Texas para abrazarse virtualmente en nombre de la seguridad, la economía y otros conceptos abstractos que suelen decorar los comunicados de prensa.

El evento, pomposamente titulado “Más allá de las Fronteras” (aunque, irónicamente, celebrado dentro de cuatro paredes en la Ciudad de México), sirvió de escenario para que los funcionarios intercambiaran sonrisas protocolarias y promesas tan sólidas como el aire acondicionado en un desierto. “Qué gusto platicar”, declaró el mandatario coahuilense, como si estuviera en una tertulia de café y no en una reunión donde se negocia el destino de miles de migrantes y millones de dólares.

Entre los logros celebrados con el entusiasmo de quien descubre que el agua moja, destacó la ampliación del Puente Internacional Piedras Negras-Eagle Pass, un proyecto que, según los discursos, “impulsará la economía” de la región, aunque los comerciantes informales que cruzan diariamente con mercancía en mochilas no parecen incluidos en esta visión idílica.

Como prueba de la hermandad entre Texas y Coahuila, se mencionó con orgullo que brigadistas coahuilenses acudieron a ayudar durante las inundaciones en Texas. Una muestra de solidaridad que, por supuesto, no tiene nada que ver con el hecho de que Texas sea el principal socio comercial del estado ni con que las cámaras de televisión aman un buen gesto humanitario en época de elecciones.

Al final del encuentro, todos coincidieron en que seguirán “trabajando en equipo”, un eufemismo político para decir que seguirán enviándose correos electrónicos mientras las cifras de inseguridad y migración irregular se disputan el primer lugar en las estadísticas.