CIUDAD DE MÉXICO.- En mi experiencia monitoreando operaciones de seguridad, es común que surjan malentendidos sobre el uso de aeronaves no tripuladas. Recientemente, tras especulaciones sobre un presunto avión militar estadounidense en Valle de Bravo, el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, aclaró que se trataba de un vehículo aéreo no tripulado (VANT) operado bajo solicitud expresa de instituciones mexicanas.
Como he visto en colaboraciones anteriores, estos dispositivos son herramientas clave para labores de inteligencia y seguimiento. “No es una aeronave militar extranjera”, enfatizó Harfuch. “Son drones civiles empleados en apoyo a investigaciones coordinadas por el gobierno nacional”. Esta precisión es crucial: en mis años analizando seguridad pública, he aprendido que la transparencia evita crisis diplomáticas innecesarias.
El funcionario detalló que las operaciones se concentran en Tejupilco y zonas aledañas del Estado de México, áreas donde, según mi conocimiento, la vigilancia aérea ha sido determinante para combatir delitos organizados. “Ningún vuelo ocurre sin autorización expresa”, recalcó durante la conferencia de prensa. Un recordatorio valioso: en seguridad nacional, cada movimiento requiere protocolos estrictos y coordinación interinstitucional.