Gusano barrenador avanza en Yucatán mientras autoridades piden calma

En un giro que nadie esperaba (o quizá todos, pero fingieron no verlo), el gusano barrenador, ese ilustre invitado que antes solo merodeaba por el sur de Yucatán, ha decidido ampliar sus horizontes turísticos hacia el oriente. La Unión Ganadera Regional del Oriente, con la serenidad de quien anuncia que solo hay “un pequeño incendio” en un polvorín, confirmó el primer caso en Valladolid, pero pidió a los ganaderos que no se alarmen. “Es solo una res”, dijeron, como si las plagas respetaran cuotas de cortesía antes de propagarse.

Mario Esteban López Meneses, presidente de la UGROY, explicó con la tranquilidad de un funambulista sobre un volcán que “se esperaba” esta visita indeseada. Claro, ¿por qué preocuparse si los ganaderos ya están desparasitando y curando heridas? Como si las moscas, esas criaturas famosas por su disciplina y respeto a las fronteras, no pudieran colarse en una fiesta no invitadas. Para “frenar el avance” (léase: contener lo inevitable), las autoridades han desplegado trampas para moscas no estériles, un plan tan infalible como poner un parche de curita en una fuga de petróleo.

Con este nuevo caso, el conteo oficial sube a ocho, aunque, como en toda buena tragedia burocrática, la cifra real podría ser el doble. López Meneses aseguró que la Secretaría de Desarrollo Rural está “intensificando acciones”, lo que en lenguaje político significa “esperar a que el problema sea tan grande que justifique un discurso emotivo y fondos federales”. Mientras tanto, los ganaderos, esos eternos optimistas, seguirán confiando en que las moscas estériles lleguen antes de que el gusano barrenador convierta sus reses en buffets de lujo para larvas.

Lo único claro es que, en el gran teatro de la gestión pública, este gusano tiene más libreto por delante. Y los aplausos, como siempre, los pagarán los de abajo.