La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) ha hecho pública, a través del Diario Oficial de la Federación (DOF), la modificación de las cuotas del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS). Pero, ¿se trata de una simple actualización técnica o de un movimiento con repercusiones más profundas en la economía familiar y las finanzas públicas? La investigación revela los detalles que van más allá del anuncio oficial.
Los números detrás del impuesto a los combustibles
Según el documento consultado, a partir del 1 de enero de 2026, el gravamen para la gasolina Magna se establecerá en 6.7001 pesos por litro. Para la Premium, la cifra será de 5.6579 pesos, y para el diésel, de 7.3634 pesos por litro. La dependencia federal aclara que el ajuste también abarca otros hidrocarburos como el gas licuado de petróleo, la turbosina y el combustóleo. Sin embargo, una pregunta persiste: ¿cómo se traducen estos centavos en la bomba para el consumidor final?
Un hallazgo clave en la letra pequeña del decreto es el destino de una porción de esta recaudación. Por cada litro comercializado, las entidades federativas recibirán 59 centavos por la gasolina Magna, 72 centavos por la Premium y 49 centavos en el caso del diésel. Estos recursos, que se integran a sus participaciones fiscales, plantean un interrogante sobre la dependencia financiera de los estados a impuestos al consumo considerados por algunos como regresivos.
La estrategia gradual sobre tabacos y bebidas azucaradas
El escrutinio de los textos oficiales desvela la hoja de ruta para los cigarros. A partir de 2026, se aplicará una cuota de 0.8516 pesos por unidad, marcando el inicio de un escalonamiento fiscal diseñado para culminar en 2030, cuando el tributo alcance 1.1584 pesos por cigarro. ¿Busca esta medida, más allá de recaudar, desincentivar el consumo de manera progresiva?
En el frente de las bebidas saborizadas, la política es dual. Se fijó una cuota de 3.0818 pesos por litro para las formulaciones con azúcares añadidos y de 1.50 pesos por litro para las que contengan edulcorantes o endulzantes no calóricos. Esta disparidad invita a analizar si la lógica es puramente sanitaria o si existen otros factores económicos en juego.
La narrativa oficial frente al impacto real
La SHCP insiste en que estas modificaciones no son discrecionales, sino el resultado de la actualización automática del IEPS, un mecanismo creado para preservar el valor real de la recaudación ante la inflación. No obstante, el reporteo lleva a cuestionar el efecto compuesto de este ajuste en un contexto de persistente presión de precios. La conclusión de esta investigación es clara: más allá de los fríos números publicados en el DOF, el reajuste del IEPS representa una transferencia directa de recursos desde los bolsillos de los contribuyentes hacia las arcas federales y estatales, bajo el argumento técnico de la actualización, pero con un impacto tangible en la economía doméstica y en los hábitos de consumo de millones de mexicanos.














