Una inquietante mañana del martes 9 de septiembre paralizó la normalidad en la Escuela Primaria Vicente Guerrero, ubicada en la colonia El Ranchito de Hermosillo. El descubrimiento de cuatro artefactos explosivos caseros en el interior del plantel no solo motivó la suspensión inmediata de clases, sino que activó un operativo de seguridad sin precedentes que congregó a corporaciones de los tres órdenes de gobierno.
Pero, ¿qué ocurría realmente? La Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE) de Sonora abrió de inmediato una exhaustiva carpeta de investigación. Las primeras indagatorias realizadas por personal ministerial y servicios periciales comenzaron a desentrañar un hilo conductor inesperado: el objetivo real no era la institución educativa, sino un taller mecánico colindante.
El propietario del establecimiento reveló a las autoridades una información crucial: ya había sido víctima de amenazas y ataques previos. El modus operandi de sus agresores, según su testimonio, coincidía con lo sucedido. La investigación periodística indaga: ¿se trata de una extorsión fallida? ¿Una disputa entre vecinos escaló a niveles de violencia intolerable?
La narrativa oficial reconstruye los hechos así: un par de individuos se presentaron en el taller con la clara intención de amedrentar al propietario. Portaban botellas con gasolina listas para ser utilizadas. Sin embargo, en un giro inesperado, decidieron huir precipitadamente, saltando la barda perimetral de la escuela primaria. En su fuga, abandonaron tras de sí las cuatro bombas molotov y una mochila.
La FGJE asegura haber recopilado material audiovisual que corrobora esta secuencia de eventos y ha iniciado la búsqueda de los presuntos responsables. El operativo de respuesta, activado tras el reporte a las 07:00 horas, incluyó a la Policía Municipal de Hermosillo, el Departamento de Bomberos, Protección Civil, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Agencia Ministerial de Investigación Criminal (AMIC) y peritos de la FGJE.
Las evidencias levantadas —cuatro botellas de vidrio y una mochila negra— quedaron bajo resguardo pericial para su minucioso análisis químico y balístico. Estos exámenes serán fundamentales para fortalecer la pesquisa y, eventualmente, determinar responsabilidades penales.
Mientras la FGJE reafirma su compromiso de esclarecer los hechos con estricto apego a la ley, prometiendo agotar todas las líneas de investigación, la comunidad se pregunta: ¿la escuela fue escogida como ruta de escape al azar, o su vulnerabilidad fue calculada? Este incidente expone una alarmante intersección entre la delincuencia común y la seguridad de los espacios más sensibles: nuestros colegios.