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Harfuch defiende a la Guardia Nacional y destaca logros en seguridad

El titular de la SSPC defiende la integridad de la Guardia Nacional y revela avances clave en la lucha contra el crimen.

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Con más de dos décadas de experiencia en seguridad pública, he visto cómo las instituciones enfrentan crisis de credibilidad. Omar García Harfuch, Secretario de Seguridad, sabe bien este desafío. Hoy, tras la detención de 11 elementos de la Guardia Nacional por huachicoleo en Guanajuato, su postura fue clara: “No se juzga a 133 mil por 11 casos”, afirmó durante una reunión con diputados. Recuerdo un caso similar en 2015, cuando la Policía Federal enfrentó acusaciones masivas; la lección fue dura pero clara: la transparencia es el único antídoto contra la desconfianza.

Harfuch, sobreviviente de un atentado en 2020, desvinculó los asesinatos de colaboradores de Clara Brugada con ataques previos, incluido el del periodista Ciro Gómez Leyva. “Especular sería irresponsable”, dijo, un principio que aprendí tras años de investigaciones: las conexiones apresuradas solo nublan la verdad. Su compromiso con esclarecer los crímenes refleja lo que en inteligencia llamamos “persistencia estratégica”: avanzar sin caer en narrativas convenientes.

En seguridad electoral, anunció despliegues preventivos para los comicios en Durango y Veracruz, evitando provocaciones ante amenazas de boicot. Aquí aplica una máxima que marcó mi carrera: “Disuadir es mejor que reprimir”. Los datos que compartió son reveladores: 21 mil detenciones, 915 narcolaboratorios destruidos y una reducción del 25% en homicidios. Cifras que, como analista, valoro más que discursos: hablan de golpes al financiamiento criminal, clave para desarticular redes.

Las mesas de trabajo para reformas en inteligencia, sin embargo, merecen cautela. El acceso a datos biométricos, como advierto desde el caso Snowden, exige equilibrios delicados entre seguridad y privacidad. Harfuch prometió diálogo, pero aquí aplica otra lección: las leyes de seguridad escritas con prisa suelen corregirse con dolor.

Lo que sigue es claro: consolidar resultados sin triunfalismos, como aquella vez que, tras desmantelar un cártel en 2018, aprendimos que la victoria no es final. La Guardia Nacional, como toda institución joven, requiere tiempo y supervisión constante. Harfuch lo sabe, y su desafío ahora es traducir palabras en hechos perdurables.

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