Heroísmo y tragedia en explosión de Iztapalapa

La ciudad de México se detiene ante la partida de una titán anónima. La Secretaría de Salud local confirmó el deceso de Alicia Matías, de 49 años, cuya última acción en este plano redefinió el concepto de amor incondicional. Durante la devastadora deflagración en el Puente de la Concordia, en la Alcaldía Iztapalapa, su instinto no fue el de huir, sino el de convertirse en un escudo humano viviente para proteger a su nieta del infierno.

Su historia no era la de una celebridad, sino la de una trabajadora esencial de la Ruta 14 en el paradero de Santa Martha Acatitla, una checadora de combis que sostenía el tejido social desde la trinchera del transporte público. El miércoles, a apenas diez minutos de concluir su jornada, el caos irrumpió con una furia incontenible, alcanzándola con su conflagración devastadora.

Las consecuencias fueron catastróficas: su cuerpo presentó quemaduras en el 90 por ciento de su superficie, un testimonio físico del precio del sacrificio supremo.

En un sombrío recuento, la Sedesa ajustó las cifras del siniestro a un saldo lacerante: 9 vidas perdidas y 55 personas lesionadas, de las cuales 22 se mantienen en condición delicada. Esta no es una simple estadística; es una llamada de atención urgente sobre la infraestructura y los protocolos que fallaron, un punto de ignición para una conversación nacional que no puede esperar.

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