Hospitales de Puebla en paro por falta de insumos y salarios dignos

En un acto de heroísmo burocrático, los trabajadores de la salud en Puebla han decidido emular a los cirujanos de campo de batalla: atenderán a pacientes sin anestesia, sin jeringas y, sobre todo, sin esperanza. ¿Motivo? El gobierno federal, en su infinita sabiduría, ha convertido los hospitales en museos interactivos donde se exhiben promesas incumplidas y estantes vacíos.

Las pancartas revelan el nuevo decalógo del milagro médico mexicano: Te atiendo con gusto, pero sin insumos, Laboratorio urgen reactivos y la conmovedora IMSS Bienestar, fracaso nacional, que bien podría ser el lema de esta administración. En Teziutlán, las máquinas de hemodiálisis fueron retiradas para ahorrar espacio, hasta que los pacientes recordaron a las autoridades que, sorpresa, la gente sigue muriéndose.

Mientras tanto, en Tehuacán, el aire acondicionado lleva meses de vacaciones permanentes, las ambulancias funcionan con cooperaciones voluntarias (como en el transporte público, pero con más urgencias), y el 90% de las cirugías fueron canceladas. ¿Para qué operar si no hay medicamentos?, parecen pensar los genios tras el IMSS-Bienestar, ese experimento social donde bienestar es un término irónico.

Lo más hilarante: el gobierno estatal asegura que no se afectarán los servicios esenciales. Claro, porque en un hospital sin insumos, sin personal y con equipos descompuestos, lo esencial es fingir que todo funciona. Mientras los pacientes mueren, las autoridades juegan al simulacro institucional, donde las promesas son como los medicamentos: nunca llegan.

El sindicato amenaza con intensificar protestas si no se cumplen sus demandas. Pero tranquilos: en este país, las emergencias sanitarias se atienden con la misma velocidad con que se reponen los reactivos de laboratorio (es decir, nunca). Así, Puebla se consolida como el laboratorio perfecto para demostrar que, cuando se trata de salud pública, México prefiere el realismo mágico a la eficiencia.