La Temporada Estival Confirma la Fortaleza del Sector Turístico de Jalisco
Tras décadas observando los flujos turísticos en nuestro estado, puedo afirmar que las cifras del verano de 2025 no son solo números; son el reflejo de una madurez del destino. Recibir más de 6.4 millones de visitantes y una derrama económica cercana a los 13,800 millones de pesos es un testimonio del trabajo constante detrás de la marca Jalisco. He visto ciclos de auge y caída, y lo que hoy celebramos es el resultado de una estrategia sostenida que va más allá de la promoción.
En julio y agosto, el Aeropuerto Internacional de Guadalajara atendió a más de 3.3 millones de personas.
La conectividad aérea es el termómetro más fiable. El Aeropuerto de Guadalajara, con más de 3.3 millones de pasajeros y crecimientos en ambos segmentos, nacional e internacional, demuestra una diversificación saludable. Recuerdo cuando dependíamos casi exclusivamente del turismo nacional; hoy, ese crecimiento del 1.7% en viajeros internacionales, aunque modesto, es crucial para la resiliencia. Puerto Vallarta, por su parte, superar el millón de pasajeros con un notable incremento del 8.9% en el segmento doméstico indica que los mexicanos redescubren sus playas, una lección que aprendimos tras periodos de incertidumbre global.
El análisis por destinos siempre deja enseñanzas. Guadalajara, con más de 3 millones de visitantes, tiene el desafío de convertir su alta afluencia en una estadía más prolongada. Una ocupación hotelera pico del 63% es buena, pero en mi experiencia, el verdadero potencial está en extender la estancia media, que si bien subió a 2 días, aún tiene margen de mejora. El caso de Puerto Vallarta es ejemplar: un 72% de ocupación y una estancia que pasó de 2.8 a 3.11 días. Esto no es casualidad; es el fruto de una oferta complementaria bien estructurada, desde la gastronomía hasta el turismo de naturaleza.
Las joyas del interior del estado brillan con luz propia. Ver a San Juan de los Lagos con una ocupación del 93% durante su peregrinación principal confirma que el turismo religioso es un pilar inquebrantable. Y los Pueblos Mágicos –Tequila, Mazamitla, Tapalpa–, con más de 320,000 visitantes, demuestran que el viajero moderno busca autenticidad y experiencias únicas. He comprobado que la clave para estos destinos es preservar su esencia mientras se mejora la infraestructura de manera discreta.
Un indicador que a menudo pasa desapercibido, pero que es vital, es el aumento en la duración de la estancia. Que Cihuatlán pase de 2.5 a 3.5 días y Chapala de 1.7 a 2.1 días no es un dato menor. Significa que los visitantes encuentran más motivos para quedarse, lo que multiplica el beneficio económico local. Es la diferencia entre un turismo de paso y uno que realmente se impregna del destino.
El cierre de temporada con el puente de Fiestas Patrias, recibiendo cerca de medio millón de visitantes, confirma que la actividad se mantiene vibrante más allá del verano. En este oficio, he aprendido que la teoría muchas veces se queda corta. Los números son esenciales, pero la verdadera historia la escriben las experiencias de esos millones de personas que eligieron Jalisco. Mañana, al conmemorar el Día Mundial del Turismo, no celebremos solo las cifras, sino la capacidad de este sector para generar bienestar y orgullo, una lección que la experiencia me ha enseñado una y otra vez.