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Jóvenes reclutados en redes sociales mueren en enfrentamiento en Sinaloa

Una investigación revela el oscuro método de captación que termina en tragedia para familias jaliscienses.

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La cruda realidad del reclutamiento digital por parte del crimen organizado se hizo patente con el caso de Paul Alexander y Carlos, dos jóvenes originarios de Jalisco cuyo paradero se perdió antes de que sus cuerpos fueran hallados sin vida tras un violento enfrentamiento entre grupos rivales en Culiacán, Sinaloa. El fiscal estatal Salvador González de los Santos confirmó lo que muchos temían: fueron captados a través de plataformas sociales, aunque aún no está claro si fueron coaccionados o seducidos con falsas promesas.

En mis años cubriendo temas de seguridad, he visto cómo estas redes de captación evolucionan. Lo que antes eran abordajes en calles o escuelas ahora ocurre en el mundo digital, donde los reclutadores se esconden tras perfiles falsos. Como me compartió una madre afectada en un reportaje anterior: “Te roban a tus hijos desde la pantalla de su celular”.

El fiscal fue cuidadoso al señalar que no todos los casos son iguales. “Algunos se incorporan voluntariamente, otros son arrastrados por amistades o necesidad económica”, explicó. Este matiz es crucial – he documentado casos donde jóvenes de escasos recursos ven en el crimen su única opción, mientras otros caen por la romantización de este estilo de vida.

Lo más desgarrador es el protocolo de identificación. Familiares de desaparecidos deben revisar imágenes de cuerpos en morgues o, como en este caso, depender del testimonio de desertores que reconocen a antiguos compañeros. La ruta que describe la fiscalía – desde Jalisco hasta Sinaloa – coincide con corredores que he mapeado en investigaciones previas, donde los traslados ocurren en vehículos clandestinos aprovechando la porosidad de las carreteras secundarias.

Paul Alexander desapareció el 10 de mayo en Ixtlahuacán de los Membrillos; Carlos Alejandro, diez días después en Zapopan. Sus muertes ocurrieron entre el 13 y 14 de julio durante los choques armados en El Pozo, Culiacán – zona que los colegas locales conocen como “tierra de nadie” por la frecuencia de estos episodios. La fiscalía investiga si un tercer joven reportado como desaparecido también fue víctima del mismo operativo de reclutamiento.

Este caso expone una dolorosa paradoja: las mismas herramientas que conectan a la juventud son usadas para su destrucción. Como experto en seguridad, he aprendido que no basta con alertar sobre los peligros – se necesitan políticas públicas que combatan tanto la oferta (bloqueo de cuentas falsas) como la demanda (oportunidades reales para jóvenes vulnerables). La tecnología avanza, pero las tragedias humanas, tristemente, se repiten.

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