¿Qué sucede cuando se subestima la columna vertebral de la conectividad nacional? El Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2026 asigna a la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) una partida de 657 millones de pesos, un incremento aparente que, en realidad, es una ilusión contable: apenas un 3.4% más que el año anterior. Pablo Casas Lías, director del Instituto Nacional de Investigaciones Jurídico-Aeronáuticas (Inija), desnuda una cruda realidad: esta cifra perpetúa siete años de asignaciones raquíticas que estrangulan la capacidad de la agencia.
He aquí la paradoja disruptiva: mientras se inyectan capitales monumentales en proyectos emblemáticos como Mexicana de Aviación y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), se deja en estado de inanición al único organismo capaz de garantizar que esos aviones despeguen y aterricen con seguridad. Es como construir coches de Fórmula 1 pero olvidarse de asfaltar las pistas. Esta no es una mera discusión presupuestaria; es un síntoma de una visión fragmentada que prioriza la espectacularidad sobre los cimientos.
Imaginemos, por un instante, un camino alternativo. ¿Y si en lugar de ver a la AFAC como un gasto, la reconocemos como la principal incubadora de seguridad operacional y conectividad nacional? La verdadera innovación no reside en megaproyectos aislados, sino en tejer una red inteligente y resiliente. Un presupuesto audaz para la agencia no es un costo, es el combustible para un ecosistema aeronáutico que podría catapultar la productividad, el turismo y la integración logística del país. El status quo nos condena a la mediocridad operativa. Desafiarlo es la única ruta hacia cielos verdaderamente seguros y eficientes.