La aristocracia del huachicol fiscal opera con impunidad dorada
En un giro que nadie, absolutamente nadie, pudo prever —excepto quizás todo el país—, las sofisticadas redes de piratería fiscal han extendido sus tentáculos hasta los salones más exquisitos de la alta finanza. La víctima esta vez es Vector Casa de Bolsa, ese templo de la prudencia inversora propiedad del ex jefe de la Oficina de la Presidencia, el siempre discreto Alfonso Romo.
Según el expediente judicial que desató una orden de captura contra trece almas cándidas el pasado agosto, entre ellas la del vicealmirante Manuel Roberto Farías Laguna —quien ahora disfruta de las vistas al paisaje desde el penal del Altiplano—, la empresa Grupo Potesta figura en la lista de entidades cuyas cuentas no cuadran… ni quieren cuadrar. Sus ingresos bailan un tango financiero al que sus egresos no conocen los pasos, y su nómina de ocho empleados mueve montos que harían ruborizar a una multinacional.
El Centro Federal de Inteligencia Criminal, en un arranque de lucidez burocrática, realizó un análisis integral y descubrió no una, ni dos, sino 555 empresas vinculadas al contrabando de combustibles. Entre ellas, nuestra protagonista, Grupo Potesta, declaró unos ingresos acumulables de 87 millones de pesos. Una cifra modesta, casi adorable, para una empresa que, según los investigadores, podría estar cometiendo una defraudación fiscal de proporciones épicas.
Pero lo más delicioso del caso es la trama de relaciones comerciales. Grupo Potesta tuvo el gusto de realizar operaciones por 220 millones de pesos con la casa de bolsa Vector. Sí, la misma Vector que, según el documento, podría estar ayudando a enviar recursos a otros países con la loable intención de… ¿protegerlos de miradas indiscretas?
Este jueves, EL UNIVERSAL reveló que entre las empresas detectadas en esta operación de drenaje fiscal se encuentran Altos Energéticos Mexicanos, Grupo Base Energéticos, Era Tech Combustibles y Transportadora del Pacífico y del Golfo de México. Todas ellas parte de un modus operandi tan ingenioso como cínico: importar combustible desde Estados Unidos para venderlo en México a precios de ganga, evadiendo así las contribuciones que corresponden al erario público.
Vector, o el arte de blanquear con elegancia
Para redondear el perfil de esta institución modélica, en junio de 2025 el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció que Vector Casa de Bolsa —junto con CIBanco e Intercam— era señalada por lavado de dinero vinculado al tráfico de opioides. El Tesoro estadounidense, con esa falta de sutileza que los caracteriza, las declaró motivo de “preocupación primaria” y prohibió ciertas transacciones financieras que involucraran a estas entidades.
Según FinCEN, Vector ha facilitado “actividades de blanqueo de capitales para cárteles con sede en México, incluyendo el de Sinaloa y el del Golfo”. Además, habría ayudado en la adquisición de precursores químicos desde China para fines ilícitos. Todo ello mientras gestionaba casi 11 mil millones de dólares en activos. Un verdadero ejemplo de eficiencia y versatilidad en el sector servicios.
Así, entre huachicol fiscal y narcolavado, se teje la nueva épica nacional: la de una élite que opera entre sombras y cuentas offshore, mientras predica la austeridad republicana. Jonathan Swift, en su modestia, nunca llegó a imaginar una sátira tan perfecta.