La burocracia celebra sus protocolos mientras el agua se lleva todo

En el sagrado recinto de Palacio Nacional, un templo donde las palabras suelen sustituir a los hechos, la Gran Comunicadora Oficial, Claudia Sheinbaum Pardo, ofreció su liturgia matutina. Con la solemnidad de quien anuncia el balance de una temporada teatral, actualizó la cifra de víctimas propiciatorias ofrendadas al dios Clima: sesenta y seis almas, una suma que, se nos asegura, es dinámica y participativa.

Setenta y cinco ciudadanos han alcanzado el estatus filosófico de “no localizados”, un concepto tan moderno como etéreo, mientras que ciento tres, en un acto de pura magia burocrática, fueron “localizados a partir del número 79”. La aritmética gubernamental, siempre tan elástica y reconfortante.

La solución tecnocrática a la catástrofe, nos revelan con un brillo de innovación en los ojos, es un “micrositio”. Un portal digital donde la tragedia se convertirá en datos, y el duelo, en metadatos. Mientras pueblos enteros se convierten en archipiélagos de desesperanza, el gobierno despliega su arma más poderosa: la creación de una página web. ¡He ahí el progreso!

En el Salón Tesorera, donde se custodia el erario, se destacó la operación de “puentes aéreos”, una hazaña logística que evoca épicas batallas, pero librada contra ríos enfurecidos que el poder, en su infinita sabiduría previa, nunca imaginó que pudieran existir. Se definen “municipios prioritarios” con la urgencia de quien clasifica sellos postales, y se realizan “censos de necesidades” con la meticulosidad de un ritual que debe ser documentado, antes que resuelto.

La máquina estatal se pone en marcha, no con bulldozers y equipos de rescate, sino con promesas de información futura. “El lunes se podrá tener información”, prometió la mandataria, como si el lunes el agua fuera a respetar la agenda de la burocracia. Mientras, la titular del Ejecutivo anuncia su viaje a Tamazunchale, un evento que, sin duda, quedará inmortalizado en fotografías oficiales donde la autoridad aparece, impecable, sobre el lodo.

Se está “atendiendo a todos”, se asegura. Una frase tan hueca y reconfortante como un discurso en un día soleado. El Estado, en su majestuosa lentitud, se moviliza. Es una pena que la naturaleza, tan falta de protocolos y de micrositios, no haya esperado a que se definieran los “municipios prioritarios” para descargar su furia.

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