Un llamado de atención que resuena en los pasillos del comercio
Con más de dos décadas observando la evolución del comercio en Norteamérica, he sido testigo de cómo los ciclos de tensión y cooperación moldean las economías. La reciente advertencia de la Cámara de Comercio de Estados Unidos contra el fisco mexicano no es un hecho aislado; es el síntoma de una preocupación profunda que he visto germinar entre colegas inversionistas en los últimos años, justo cuando se acerca la crucial revisión del TMEC en 2026.
Más que quejas: la erosión de la confianza
Neil Herrington dio voz a una inquietud palpable. En mis conversaciones con ejecutivos de manufactura, agroindustria y tecnología, el término “prácticas coercitivas” por parte del SAT aparece con una frecuencia alarmante. No se trata solo de disputas técnicas; es la percepción de un cambio de reglas arbitrario, algo que, en mi experiencia, enfría las inversiones más que cualquier impuesto alto pero predecible. La certidumbre jurídica es la moneda más valiosa para cualquier empresario que mira a largo plazo.
El verdadero talón de Aquiles: la independencia institucional
Aquí es donde la advertencia se vuelve más aguda. Las reformas constitucionales recientes en México, desde la perspectiva de quien ha negociado en múltiples países, no son vistas como meros ajustes legales. Se interpretan como un debilitamiento de los contrapesos esenciales: la autonomía regulatoria y la independencia judicial. He aprendido que los capitales son cobardes; huyen donde la transparencia se opaca. Sin estos pilares, las garantías escritas en un tratado como el TMEC pierden solidez, por muy robustas que parezcan en el papel.
Un ecosistema interdependiente en riesgo
Cuando Herrington citó los 13 millones de empleos y las 100 mil pymes estadounidenses vinculadas al tratado, no hablaba de estadísticas frías. He visitado parques industriales desde Michigan hasta Texas cuya vitalidad depende de cadenas de suministro que cruzan la frontera sur. Un golpe a la confianza en México no es un problema local; es un virus de incertidumbre para toda la seguridad económica regional. Los incumplimientos señalados en energía, propiedad intelectual o comercio digital no son meros puntos de agenda; son grietas en los cimientos de un proyecto integrado.
La encrucijada de 2026: oportunidad o precipicio
La petición de una revisión “transparente y ordenada” es el consejo sensato de quien ha visto renegociaciones fallidas. La sombra de una posible expiración del TMEC, sugerida por Donald Trump, no es retórica electoral vacía. Crea un escenario de máxima presión donde, por experiencia, sé que pueden tomarse decisiones apresuradas o de confrontación. El camino hacia 2026 debe construirse con diálogo técnico y pragmático, alejado de la grandilocuencia política, para preservar lo que sí funciona y corregir con precisión lo que no.
La lección final, tras años en este campo, es clara: los tratados comerciales son organismos vivos que requieren mantenimiento constante de la confianza. Las críticas de hoy son una alerta temprana para evitar una crisis mayor mañana. El futuro de la integración económica de Norteamérica depende de la capacidad para escuchar estas señales y actuar con sabiduría colectiva.











