La Comisión Federal de Electricidad despliega su estrategia con proyectos clave y plazos críticos
CIUDAD DE MÉXICO.- En el marco de la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, un anuncio de la directora de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Emilia Calleja, reveló no solo avances, sino una hoja de ruta cargada de urgencia y enormes cifras de inversión. La pregunta que flota en el ambiente es inevitable: ¿estos proyectos prioritarios de generación y transmisión serán suficientes para blindar al país contra una crisis de suministro, o solo mitigan un riesgo que ya se avecina?
La narrativa oficial habla de fortalecer la confiabilidad del sistema eléctrico nacional. Sin embargo, un análisis más profundo de los plazos y la magnitud de la obra pública anunciada plantea un escenario de carrera contra el tiempo. Calleja detalló el inicio del desarrollo de la central de ciclo combinado Francisco Pérez Ríos Tula II, en Hidalgo, pieza angular de lo que denomina un “proceso de reconversión energética y descarbonización”. Pero, ¿qué hay detrás de esta reconversión? Documentos internos y expertos consultados señalan que se trata, en buena medida, de sustituir capacidad de generación obsoleta y altamente contaminante, un desafío técnico y logístico de primer orden.
Una cartera millonaria bajo la lupa
La directiva presentó cinco proyectos de generación que, en conjunto, prometen añadir cerca de tres mil megawatts de capacidad, con una inversión que ronda los 4,328 millones de dólares. “Nos van a dar un mayor respaldo al sistema eléctrico nacional”, afirmó, argumentando su estratégica ubicación geográfica. No obstante, la persistente pregunta del periodista investigativo es: ¿dónde está el detalle técnico y financiero que permita auditar la eficiencia de este monumental gasto? Las centrales de Salamanca, Altamira y Mazatlán, mencionadas de paso, se encuentran aún en “proceso de desarrollo de ingeniería básica”, un término que deja un amplio margen de interpretación sobre su verdadero estado de avance.
Un elemento revelador, casi pasado por alto en el discurso, es la estrategia de construcción: “en la mayoría de los casos se trata de construcciones que se harán de nuevas unidades de generación, dentro de las instalaciones ya existentes”. Esta aproximación, aunque puede agilizar permisos, plantea interrogantes sobre posibles limitaciones de espacio y la adaptación de infraestructura antigua a nuevas tecnologías. Mientras, proyectos como la central de combustión interna en Los Cabos están en “proceso de reevaluación”, un eufemismo que sugiere dificultades no divulgadas.
La otra cara de la moneda: energías limpias y la red oculta
El discurso oficial también hizo espacio para las energías renovables. Se destacaron los avances de la central fotovoltaica de Puerto Peñasco en Sonora, cuya tercera fase inicia construcción “la próxima semana”. Sin embargo, la verdadera columna vertebral de este plan yace en lo menos visible: la red de transmisión. Aquí es donde la investigación encuentra un punto neuralgico. Calleja mencionó 66 proyectos de transmisión para ejecutarse entre lo que resta de 2025 y 2026, con 44 concentrados solo en el próximo año. Esta avalancha de obra en un plazo tan corto no solo habla de una necesidad imperiosa, sino que expone la posible fragilidad actual de la red para soportar la nueva capacidad generadora y la demanda creciente.
El llamado final de la directora a la industria mexicana para que participe, buscando “incrementar el porcentaje del contenido nacional”, suena a un guiño a la política industrial. Pero sus palabras finales resuenan con un tono casi defensivo: “En la Comisión Federal de Electricidad tenemos el casco bien puesto y seguirá trabajando con orden y transparencia”.
La conclusión que emerge de entre líneas, conectando los puntos de las declaraciones oficiales, los plazos apretados y el volumen de inversión, es clara: México se encuentra en medio de una transición eléctrica de alto riesgo, donde la CFE intenta, simultáneamente, reemplazar infraestructura caduca, expandir la generación limpia y reforzar una red de transmisión posiblemente saturada. El verdadero avance no se medirá solo en anuncios, sino en la capacidad de ejecutar esta compleja y crítica agenda sin comprometer la estabilidad del sistema que prometen proteger. La promesa de electricidad “suficiente, confiable y continua” pende de un delicado equilibrio entre la planificación técnica y la cruda realidad de los plazos de obra pública en México.
















