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La complejidad electoral amenaza la libertad del voto en México

Un análisis revela los factores que podrían marcar un récord de votos influidos en los comicios judiciales.

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En mis años analizando procesos electorales, pocas veces he visto un escenario tan preocupante como el que enfrentan las elecciones judiciales en México este domingo. La combinación de boletas laberínticas, candidatos desconocidos y una avalancha de cargos en disputa crea la tormenta perfecta para lo que anticipo será el mayor porcentaje de voto inducido en la historia reciente.

Recuerdo una conversación reveladora con un votante en Puebla durante las pasadas elecciones locales: “Traigo esta lista de números que me dio mi líder de colonia – me confesó mostrándome un papel arrugado -. Entre tantos nombres raros, ¿cómo voy a saber quién es quién?”. Esta anécdota ilustra el drama que Integralia documenta en su informe: cuando el sistema electoral se vuelve incomprensible para el ciudadano común, el voto deja de ser libre para convertirse en instrucción.

La consultoría acierta al señalar tres problemas estructurales: primero, el diseño apresurado de este proceso que dejó sin tiempo para campañas significativas. Segundo, la absurda multiplicación de cargos – ¿realmente necesitamos 51 puestos por votante en CDMX? – que convierte las boletas en crucigramas imposibles. Tercero, la farsa de distritos sin competencia real, como Durango donde cada cargo tiene un candidato único. He visto cómo estas prácticas erosionan la confianza en las instituciones.

Lo más doloroso es que, como señala el análisis, existe un genuino apoyo ciudadano a la elección de jueces. En foros ciudadanos que he moderado, la gente valora la independencia judicial. Pero cuando el sistema parece diseñado para confundir más que para empoderar, incluso los votantes bienintencionados terminan desertando o siguiendo instrucciones. La solución no está en culpar a la ciudadanía, sino en reformar procesos que hoy favorecen más a los operadores políticos que a la democracia.

El pronóstico de alta abstención y votos nulos no sorprende a quienes hemos estudiado elecciones complejas. Como aprendí en el conteo de 2018, cuando las boletas requieren horas de explicación, muchos prefieren no participar. Este domingo no se decidirá tanto el futuro judicial de México como la credibilidad de nuestro sistema electoral. Ojalá los resultados sirvan como llamado urgente a simplificar y transparentar los procesos.

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