El Gran Desfile de las Causas Justas y el Encapsulamiento Oficial
En un despliegue de sincronización casi poética, este sábado desfilaron por la sacra avenida de Reforma las legiones de la indignación contemporánea. Bajo el sol inclemente, se mezclaron sin rubor los paladines de Palestina con los cruzados de la jornada laboral reducida, todos unidos en el sagrado grito de “¡basta de violencia!”, como si México fuera un país donde la muerte necesitara invitación formal para hacer de las suyas.
La procesión, coreografiada con precisión burocrática, avanzó desde el Ángel —ironías del destino— de la Independencia hacia el Hemiciclo a Juárez, ese monumento a un hombre que jamás imaginó que su legado serviría de escenario para implorar por lo más elemental: el derecho a no ser masacrado. Los manifestantes, en su sabiduría generacional, han descubierto que el crimen organizado es malo, revelación tan impactante como encontrar agua mojada.
El Teatro de la Seguridad Ciudadana
Al llegar al Eje Central, los jóvenes descubrieron que en el gran circo nacional hay reglas. La SSC-CDMX, en un acto de paternalismo estatal conmovedor, los “encapsuló” —término técnico para “no los dejamos estropear la foto del Zócalo”—. Qué mejor símbolo de la democracia mexicana que ciudadanos pidiendo seguridad siendo contenidos por un cordón policiaco.
Entre los profetas del descontento destacaba Miguel Meza, fundador de “Narcopolíticos”, quien denunció con vehemencia la colusión entre poder y crimen, como si fuera novedad que en México la política y el narco son primos hermanos que comparten la misma cena familiar. Su exigencia de que los partidos rompan con el pacto criminal resulta particularmente conmovedora, equivalente a pedirle a los peces que renuncien al agua.
El Zoo Ideológico: De Comunistas a Anticomunistas
El espectáculo alcanzó su cúspide surrealista cuando se reveló el arca de Noé ideológica que conformaba la marcha. El Centro de Estudios Anticomunistas marchaba codo a codo con el Partido Comunista Revolucionario, demostrando que en México el odio al crimen organizado puede unir incluso a quienes se considerarían enemigos mortales en cualquier país con cierta coherencia ideológica.
Una manifestante llamada Sandra resumió con perfección aristotélica el absurdo: se quejaba de que la ultraderecha se “cuelga” del movimiento, mientras admitía que su verdadero objetivo era “acabar con Morena”. Así funciona la política mexicana: todos contra el crimen, pero siempre que no afecte las lealtades partidistas.
Epílogo para una Tragedia con Risas
Al final del día, los manifestantes regresaron a sus hogares, los policías retiraron el encapsulamiento, y el narcoestado continuó su imparable marcha. Las consignas quedaron flotando en el aire contaminado de la ciudad, ecos de un descontento real en un país donde hasta la protesta se ha convertido en ritual vacío. México: donde puedes marchar contra la violencia, siempre y cuando no interfieras con el tráfico ni cuestiones realmente las estructuras de poder.
Mañana será otro día, con nuevas marchas, nuevos encapsulamientos y las mismas balas silbando en la noche. El circo continúa, y los payasos —los intencionales y los accidentales— siguen siendo los mejor pagados.
















