La coreografía del poder ante el auge de la extorsión

La coreografía del poder ante el auge de la extorsión

La sonrisa protocolaria que oculta el temor real

Recién aterrizados de su peregrinaje ritual a los santuarios del poder en Washington D.C., los sumos sacerdotes del empresariado mexicano y sus acompañantes gubernamentales han proclamado el milagro de la complementariedad celestial entre dos naciones que, según su relato oficial, comparten un idilio económico perfecto. Francisco Cervantes, pontífice máximo del Consejo Coordinador Empresarial, anunció con solemnidad que habían enviado “señales” de colaboración, como si las relaciones internacionales fueran un espectáculo de humo y espejos.

Durante tres días sagrados del mes de octubre, una comitiva de alrededor de treinta magnates, escoltados por funcionarios de las Secretarías del Trabajo, Economía y Relaciones Exteriores, realizó el obligatorio recorrido por los pasillos del poder estadounidense. El líder empresarial calificó estos encuentros como “intensos” y “productivos”, aunque cualquier observador neutral reconocería el guion repetido hasta el cansancio: la coreografía diplomática donde todos dicen lo que deben decir y nadie menciona lo que todos saben.

El mensaje orwelliano de la gira

En lo que podría describirse como un ejercicio de realismo mágico burocrático, Cervantes explicó durante la inauguración de “Hecho en México” en la Universidad Anáhuac que el gran logro fue demostrar que gobierno e iniciativa privada marchan “de la mano”. Una imagen conmovedora, si no fuera porque en la realidad nacional esa mano parece estar más ocupada en tapar sol con un dedo que en construir soluciones concretas.

El dirigente empresarial reveló que su misión ahora es atender las “preocupaciones” estadounidenses sobre cómo elevar los “contenidos regionales”, en lo que constituye un eufemismo magistral para no hablar directamente de los elefantes en la habitación: la inseguridad desbordada y el cáncer de la extorsión que carcome las entrañas del país.

La cruda realidad detrás del telón diplomático

En un momento de rara sinceridad—quizás involuntaria—el jerarca del CCE admitió lo que todos saben pero pocos dicen con claridad: la extorsión aumenta y la inseguridad preocupa y ocupa. La solución propuesta: trabajar en una ley de extorsión con el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch. Como si el problema fuera la falta de normas jurídicas y no la incapacidad flagrante para hacerlas cumplir.

El colmo del absurdo llegó cuando, refiriéndose a los asesinatos de líderes limoneros y naranjeros, Cervantes anunció con aire de triunfo que ya se habían detenido a los “autores intelectuales”, como si capturar a los cerebros del crimen fuera consuelo para quienes siguen pagando impuestos para financiar un Estado que no puede garantizarles lo más básico: mantenerse con vida mientras cultivan cítricos.

En este teatro de lo grotesco, los empresarios confían “mucho en las autoridades” mientras el país se convierte en un gigantesco campo de pruebas donde la teoría de la “complementariedad” choca diariamente con la práctica de la “sobrevivencia”. Un verdadero milagro moderno donde la retórica diplomática y la realidad nacional coexisten en universos paralelos que solo se encuentran en los discursos oficiales.

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