La coreografía del poder entre dos presidentas
En el sagrado recinto del Palacio Nacional, donde los murales de Diego Rivera observan con irónica sonrisa los vaivenes del poder, Claudia Sheinbaum Pardo y Xiomara Castro Sarmiento ejecutaron con precisión quirúrgica el ballet diplomático de rigor. Las dos sacerdotisas supremas de la política latinoamericana, investidas con el manto histórico de ser las primeras mujeres en ocupar sus tronos presidenciales, celebraron el rito ancestral de la photocall bilateral mientras outside, en la realidad profana, las mujeres comunes seguían siendo golpeadas, violadas y asesinadas con despreocupada regularidad.
Los acuerdos que sacudirán los cimientos de la retórica
Las estadistas, en un arrebato de creatividad lexicográfica sin precedentes, descubrieron que compartían una devoción casi religiosa por conceptos tan revolucionarios como igualdad, justicia social y prosperidad compartida. ¡Qué coincidencia providencial! Como si dos físicos nucleares se reunieran para anunciar al mundo que han descubierto que dos más dos son cuatro.
En un alarde de generosidad sin límites, México exportó a Honduras sus programas sociales más preciados: Jóvenes Construyendo el Futuro (donde el futuro consiste en esperar que el futuro llegue) y Sembrando Vida (donde la vida brota entre los escombros del presupuesto). La primera fase benefició a exactamente 20,037 personas (el decimal es crucial para la verosimilitud estadística), por lo que naturalmente decidieron lanzar una segunda fase idéntica a la primera, porque en el reino de la política, cuando algo no funciona, la solución es hacer más de lo mismo pero con mayor fanfarria.
La migración: ese fenómeno misterioso que nadie entiende
Las lumbreras del gobierno se rascaron sus sesudas cabezas y llegaron a una conclusión tan profunda como insospechada: la cooperación podría ser útil para abordar las causas estructurales de la migración. ¡Eureka! Nadie lo había pensado antes. Decidieron entonces estrechar coordinaciones, fortalecer sinergias y optimizar paradigmas, mientras miles de seres humanos seguían arriesgando sus vidas cruzando ríos, desiertos y fronteras burocráticas.
Para demostrar su compromiso inquebrantable con la inacción efectiva, acordaron dar seguimiento a las conclusiones de dos reuniones anteriores cuyos nombres son tan largos que nadie recuerda qué trataban: el Encuentro de Palenque (celebrado en algún momento del pasado nebuloso) y la Reunión sobre Movilidad Humana en la Ruta Norte del Continente (que probablemente ocurrió en alguna sala con aire acondicionado). La protección de los nacionales, declararon con solemnidad, es importante. Como si estuvieran descubriendo el agua tibia.
El milagro energético que viene en pipeline
Las mandatarias anunciaron avances espectaculares en cooperación energética, gracias a los acuerdos firmados con instituciones mexicanas de probada eficiencia como Pemex (esa joya de la corona petrolera que huele a corrupción y derrames) y la Comisión Federal de Electricidad (cuyas facturas son más misteriosas que los jeroglíficos mayas). Prometieron intercambiar experiencias, desarrollar capacidades y transferir tecnología, que en lenguaje llano significa que compartirán sus métodos para explicar por qué la luz sigue fallando y la gasolina sigue subiendo.
En el colmo del refinamiento cultural, dedicaron tiempo valioso a discutir una fotografía del general Francisco Morazán. Los expertos mexicanos, aquellos mismos que no pueden identificar a los narcopolíticos en sus círculos íntimos, emplearon tecnología de punta para determinar si el retrato es auténtico. Hay indicios de que podría serlo, anunciaron con cautela académica. Pero necesitan más presupuesto, más tiempo y probablemente otra reunión internacional para estar seguros.
Al final del día, cuando los reflectores se apagaron y los periodistas se retiraron, las dos presidentas pudieron contemplar satisfechas su obra: habían pronunciado todas las palabras correctas, habían firmado todos los documentos necesarios y habían posado para todas las fotografías requeridas. El sistema, ese gran teatro de lo políticamente correcto, seguía funcionando a la perfección. Mañana sería otro día, con sus mismos problemas de siempre, pero hoy podían dormir tranquilas: la coreografía del poder se había ejecutado sin un solo paso en falso.


















