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La Corte pospone el fallo sobre hongos sagrados mientras la ciencia espera

La justicia mexicana pospone una polémica decisión sobre sustancias ancestrales mientras el debate entre tradición y ley se intensifica.

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Foto: Agencia AP.

En un giro digno de un ritual prehispánico, la Suprema Corte de Justicia —esa entidad que suele moverse a la velocidad de un glaciar con resaca— decidió que debatir sobre hongos alucinógenos era demasiado alucinante incluso para ellos. Así, con la elegancia de un funcionario pasando la papa caliente, los ministros salientes archivaron la ponencia y dejaron el tema en manos de sus sucesores, porque ¿qué mejor legado que un dilema entre ciencia, tradición y prohibicionismo?

El activista Sergio Morales Loyola, quien lleva años librando una batalla legal más épica que la conquista de Tenochtitlán, buscaba que el tribunal discutiera el levantamiento de la prohibición de los llamados “Niños Santos”. Estos hongos, venerados por comunidades indígenas desde tiempos inmemoriales, son tratados por la ley moderna con el mismo cariño que un narcotraficante. Irónicamente, mientras los pueblos originarios pueden usarlos en ceremonias, cualquier ciudadano común que intente tratar su depresión con psilocibina podría terminar tras las rejas.

La votación fue un espectáculo kafkiano: tres de los cinco ministros rechazaron el proyecto de sentencia, demostrando que, en materia de sustancias psicodélicas, el sistema prefiere el statu quo antes que aventurarse en territorios legales y científicos inexplorados. Mientras tanto, en países como Estados Unidos y Canadá, la psilocibina ya es estudiada en laboratorios con la misma seriedad que el ibuprofeno.

La ministra Loretta Ortiz Ahlf, en un acto de procrastinación judicial, anunció que el tema pasaría a la nueva Corte, convenientemente alineada con el partido gobernante. Así, el destino de los hongos quedará en manos de quienes también decidirán sobre la prisión preventiva oficiosa, esa joya del sistema penal que convierte la presunción de inocencia en un chiste macabro.

Los defensores de la legalización argumentan que México, cuna de estas especies, podría liderar la investigación sobre sus efectos terapéuticos. Pero, claro, ¿para qué avanzar cuando podemos seguir discutiendo el tema en círculos burocráticos? Como bien señaló el investigador José Alberto Rivera Chávez, levantar la prohibición abriría una brecha científica. Pero en este país, las brechas suelen llenarse con promesas políticas y no con estudios serios.

Mientras tanto, las curanderas mazatecas seguirán usando los hongos como lo han hecho por siglos, los científicos seguirán esperando permiso para estudiarlos, y los ministros… bueno, los ministros seguirán siendo ministros.

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