Una amenaza que crece en la sombra presupuestal
Llevo años en el sector y he visto ciclos de enfermedades, pero la situación actual con el gusano barrenador del ganado (Cochliomyia hominivorax) es distinta. No es solo un repunte del 5.2% en 11 días o un acumulado frío de 11,516 casos. Es la crónica de una tormenta perfecta que muchos anticipamos: cuando la vigilancia epidemiológica se topa con el muro de la desfinanciación. Confirmar que no hay recursos adicionales para la sanidad animal en 2026, en medio de este brote, no es un dato administrativo; es un golpe bajo a la credibilidad del sistema.
Lecciones de un frente multifacético
Las cifras oficiales, de la Secretaría de Agricultura y el USDA, nos enseñan una lección crucial que la teoría a veces pasa por alto: este parásito no discrimina. Ver 8,415 bovinos afectados era esperado, pero encontrar 86 casos humanos, junto con perros, cerdos, caballos e incluso fauna silvestre, redefine el problema. Te dice que el foco no está solo en los corrales, sino en el ecosistema completo. En mi experiencia, cuando un patógeno salta con tuta facilidad entre especies, controlarlo exige una estrategia integral, no campañas aisladas.
El costo real de una frontera cerrada
He trabajado con ganaderos cuyos proyectos se vinieron abajo desde que se cerró la frontera el 11 de mayo de 2025. Pasar de 90 a 894 focos activos en meses no es una estadística; son familias que ven cómo su capital se devalúa. La cifra de 1,300 millones de dólares en divisas perdidas, según el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), duele, pero duele más en el bolsillo del productor: vender un animal en 900 dólares en vez de los 1,200 de la exportación es una sangría constante. Esos 400 millones menos en ingresos para el sector no son un “impacto económico”; son escuelas, insumos e inversiones que no se materializan.
La paradoja de combatir sin recursos
La advertencia de Juan Carlos Anaya del GCMA resuena con una verdad que he vivido: no puedes pedir milagros sanitarios con limosnas presupuestales. La omisión gubernamental en destinar fondos específicos es el talón de Aquiles de esta batalla. Recuerdo campañas exitosas contra otras plagas donde la inyección oportuna de recursos marcó la diferencia. Hoy, recortar el presupuesto al SENASICA en plena emergencia es como desarmar a los bomberos mientras el fuego se extiende. Tienen razón: con la sanidad de un país no se juega. Es el pilar invisible de la inocuidad agroalimentaria y la puerta de entrada a los mercados internacionales.
Reflexión final: más allá de los números
El dato duro final es aleccionador: 10,622 casos controlados frente a 894 activos, concentrados en Chiapas, Oaxaca y Veracruz. Esto nos dice que el sistema puede funcionar, tiene la capacidad técnica. Pero la experiencia me grita que sin un respaldo financiero sostenido y estratégico, estaremos siempre apagando incendios, no previniéndolos. La ganadería mexicana es resiliente, pero su mayor vulnerabilidad no es el gusano, sino la miopía que subestima el valor de la prevención. El conocimiento práctico acumulado es claro: la próxima crisis se gana o se pierde hoy, en la partida presupuestal.

















