La crueldad animal en Yucatán exige soluciones disruptivas

MÉRIDA, Yucatán — ¿Qué pasa cuando una sociedad normaliza el sufrimiento de los seres más vulnerables? Los recientes episodios de tortura hacia perros en Yucatán no son solo noticias policiales, sino un llamado a reinventar nuestra relación con la vida. Mientras el sistema actual fracasa en prevenir estos crímenes, imaginemos alternativas radicales: ¿blockchain para rastrear dueños responsables? ¿Inteligencia artificial que prediga zonas de riesgo? La innovación debe ir más allá de las denuncias.

En Umán, la muerte lenta de un canino por deshidratación —amarrado bajo el sol— refleja una crueldad sistémica. Pero ¿y si transformamos los predios abandonados en santuarios vigilados por drones ciudadanos? El caso de Baca, donde una perrita sobrevivió al intento de asfixia con plástico, demuestra que incluso en la barbarie hay oportunidades: redes vecinales equipadas con kits de rescate podrían salvar vidas antes de que lleguen las autoridades.

La dueña denunciada en Baca simboliza un problema mayor: la impunidad cultural. En lugar de multas insuficientes, propongamos “tribunales animales” con jurados comunitarios y sentencias restaurativas. Inspirémonos en países como Suiza, donde abogados representan legalmente a los animales. La tecnología, la presión social y el diseño de políticas disruptivas pueden convertir esta indignación en un punto de inflexión. La pregunta no es cómo castigar, sino cómo rediseñar un sistema que prevenga el dolor antes de que ocurra.