La DEA asesta un duro golpe financiero al CJNG

Una Incautación que Resuena en los Pasillos del Crimen

En mis años siguiendo los intrincados hilos del narcotráfico, he aprendido que un golpe no se mide solo en kilos, sino en la conmoción que genera en las estructuras criminales. La reciente operación de la DEA, decomisando decenas de toneladas de estupefacientes al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), es uno de esos momentos que obliga a reconfigurar planes en ambos lados de la frontera.

La cifra, de aproximadamente mil 450 millones de dólares, es astronómica, pero la lección práctica que he atestiguado una y otra vez es que el verdadero impacto no es solo la pérdida monetaria. Es la interrupción de flujos de caja, la pérdida de confianza de los socios y la exposición de sus rutas y metodologías. He visto cómo una incautación de esta magnitud puede paralizar operaciones menores durante semanas, forzando a estos grupos a tomar riesgos mayores y, por lo tanto, a cometer errores.

Esta no es una mera estadística más. Representa un golpe estratégico a la cadena de suministro de una de las organizaciones criminales más agresivas de nuestro tiempo. En la práctica, más allá de la teoría de los informes, una pérdida de esta escala duele. Les quita capacidad operativa inmediata y envía un mensaje claro: sus esquemas de logística, por sofisticados que sean, son vulnerables. La experiencia nos dice que la resiliencia de estos cárteles es formidable, pero golpes como este los obligan a retroceder, replegarse y, por un tiempo, a operar desde una posición de debilidad.

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